José Manuel Otero Lastres el 19 sep, 2016 En el periódico ABC publiqué en 2012 un artículo que titulé “La tenia de España”. En él recodaba que en los años cincuenta, cuando alguien estaba muy delgado a pesar de su abundante ingesta, solía oír a algunos de sus allegados “parece que tienes la solitaria”. Entonces me serví de tan repugnante parásito para referirme –y así lo aclaraba- a los nacionalistas secesionistas que desde el comienzo de la democracia no dejaron de aprovecharse de la imperiosa necesidad que tenían de formar gobierno las distintas mayorías insuficientes habidas tras las elecciones generales para exigir todo tipo de compensaciones. Añadía que, en esos años, a medida que España se debilitaba, se iba fortaleciendo el parásito secesionista, cuyo alimento eran los nutrientes que le correspondían y otros ajenos –casi siempre de las Comunidades Autónomas más pobres- que succionaba sin reparo alguno. Y concluía diciendo que tras casi treinta y cuatro años desde de la entrada en vigor de la Constitución, los secesionistas se sentían fortalecidos y veían tan escuálido a su hospedador, España, que habían iniciado una ofensiva institucional rebasando claramente el marco constitucional. Viene a cuento recordar todo esto porque hoy Frances Homs, parlamentario secesionista catalán, ha tenido que declarar ante el Tribunal Supremo como “investigado” por la farsa del referéndum del 9 de noviembre de 2014. Pues bien, las lindezas que han salido por la boca del señor Homs, como, por ejemplo, que el asunto penal “es un proceso claramente político y no jurídico” (como si el Estado de Derecho no supusiera asegurar el imperio de la Ley); o que el TC o la Fiscalía están al servicio del Gobierno de España (confundiendo intencionadamente los órganos institucionales que velan por el cumplimiento de la Ley como expresión de la voluntad popular con simples lacayos del Gobierno); o que no van a acatar las decisiones de un proceso que es político y que está prejuzgado (lo cual implica reconocer que incumplió la Ley), hacen pensar en que el parásito (la tenia o solitaria) secesionista catalán le ha succionado tanto alimento a su hospedador que se ha indigestado. Y claro, ahora, que el parasito cree estar gordo y reluciente, está poniendo en marcha su alocado intento de abandonar España. Para lo cual, no solo ha iniciado una estrategia de desobediencia, de momento solo verbal, de las resoluciones de los Tribunales españoles, sino de confusión, dando a entender que puede haber una democracia catalana que está por encima de la democracia del pueblo español, del que emanan los poderes del Estado. Veremos cómo sale todo al final, pero confío plenamente en la fortaleza final del hospedador. Otros temas Comentarios José Manuel Otero Lastres el 19 sep, 2016