Maira Álvarez el 15 dic, 2016 Se reabre el debate sobre el uso del velo islámico por occidentales. La ministra alemana de Defensa, Ursula von der Leyen, se ha negado a ponerse el hiyab en su visita al palacio real de Arabia Saudí donde se ha encontrado con el príncipe heredero, Mohammed Bin Salman al-Saud. La noticia entera pueden leerla aquí: http://www.abc.es/estilo/gente/abci-ursula-leyen-arabia-saudi-no-llevo-velo-201612150150_noticia.html?ns_campaign=gs_ms&ns_mchannel=abc_es&ns_source=fb&ns_linkname=cm_general&ns_fee=0 Como se comenta, los responsables de protocolo de la Embajada alemana en Riad repartieron abayas en las habitaciones de todas las mujeres (incluyendo periodistas) que acompañaban a la ministra. Ya ha habido diversas muestras a favor y en contra del gesto de la ministra. Angela Merkel, rotunda como es ella, dijo una vez que «el derecho alemán prevalece sobre la sharia» y «en la comunicación interpersonal, que juega un rol fundamental aquí, nosotros mostramos la cara». Ana Pastor, en su visita oficial en el año 2014, sí vistió la abaya y fue elogiada por el mismo Hamad Bin Jalifa, el rey de Bahrein, por llevarla. Para abrir el debate, me parece interesante hacer distinción entre la abaya y el velo o hiyab y cuál es su protocolo a la hora de ponerlo. La abaya o aba es una túnica larga hasta los pies que se usa sobre la vestimenta normal en el norte de África y en los países árabes. En algunos países como Qatar es obligatoria vestirla. En Irán, llevar cabello y cuerpo cubiertos es obligatorio bajo pena de latigazos. En Arabia Saudí es cuestión de presión social. Según las normas del Islam, siempre se debe completar la abaya con el hiyab que cubre la cabeza. Vestir la abaya es una tradición cultural, y ponérsela cuando se está de visita en estos países es valorado muy positivamente como una cortesía. Aunque las mujeres más religiosas lo justifican como símbolo de modestia, la realidad es que esta prenda se ha convertido en un símbolo de estatus que marca distancia entre nativas e inmigrantes, e incluso entre pobres y ricas (algunos modelos llevan engarzados piedras preciosas y de modestos tienen poco). No podemos olvidar el valor legal de la mujer: una saudí no tiene derecho al divorcio ni a quedarse con la custodia de sus hijos si es repudiada. Si es repudiada, subrayo la frase. En un tribunal, su palabra vale la mitad que la de un varón, hereda la mitad que sus hermanos y sólo puede viajar, trabajar o montar un negocio bajo el permiso de un hombre. Velo y túnica sirven para ocultar cualquier parte del cuerpo de la mujer que no sea cara o manos (a veces solo se permite ver los ojos… o ni eso, véase el burka). Casi todo cuerpo de la mujer es awrah, es decir, está prohibido que sea visto por varones que no sean el marido o familiares de sangre. Por eso vemos familias en los parques acuáticos (por ejemplo) donde niños y marido están disfrutando de la piscina y los toboganes en bañadores turbo mientras que la mujer está a cuarenta grados vestida de negro, tapada hasta los pies y sujetando las toallas en la orilla. Opinen ustedes mismos sobre esta ilustración para niños musulmanes (web storiesformuslimkids) en las que se les indica a las mujeres como vestirse si quieren estar más cerca de Dios o del diablo. Diana Rubio, consultora en protocolo intercultural, estuvo viviendo un año en Riad y matiza que “Von der Leyen no es la primera ni la última que no se pone abaya. Secretarias de Estado norteamericanas ya han viajado al país e iban sin ella. Con el velo, hay que recordar que no es obligatorio para mujeres no musulmanas, a menos que se visite una mezquita”. El hiyab es el velo que cubre cabeza y pecho y que no quiso vestir la ministra alemana. Procede de la raíz ḥaŷaba: “esconder”, “ocultar a la vista” o incluso “separar”. Para muchos musulmanes es símbolo de religión y feminidad. Hay mil ejemplos de cómo ponérselo, como se puede ver en esta imagen. En la Enciclopedia del Islam y el mundo musulmán, hiyab y aba representan la modestia que hay que tener en “la mirada, la marcha, la ropa y los genitales” tanto de hombres como de mujeres. La mayoría de los sistemas jurídicos islámicos aprueban este código de vestimenta modesta que cubre todo. La importancia y el significado del hiyab es diferente según el medio sociocultural del que se trate y según la época histórica. Para ser justos, el hiyab existía ya en la Arabia preislámica como símbolo de respetabilidad, pues distinguía a las mujeres libres de las esclavas. Tampoco es una exigencia nueva: abstenerse de mostrar el cuerpo es una imposición que se encuentra en las religiones cristianas, hindúes o judías. La controversia del uso del velo es difícilmente aprehensible para nuestra mente europea. En muchos de los países del oriente más occidentalizados, ni siquiera dentro de la familia es obligatorio llevarlo: cada vez es más común ver a la madre vestida con ropa occidental y a la hija con velo. En la actualidad, llevar velo es un modo de vestir que está de moda, una forma de estética contracultural exponente de lo que es ser moralmente correcto. (no se cubren las mujeres moralmente descocadas, como las prostitutas). A veces, también, un símbolo de una creencia religiosa personal. Y por contradictorio que parezca, cada vez más, vestir hiyab es un signo de reivindicación femenina, donde se apoya con cierta estética occidental actual donde priman las prendas holgadas para decir alto y fuerte: la mujer no es un objeto de deseo para el hombre. ¿Cultura? ¿Respeto a otra tradición? ¿Ser políticamente correcto? ¿Sumisión a su ideología? ¿Apología del machismo?…. ¿Ustedes qué hubieran hecho? EtiquetaProtocolo Tags abaabayaAna PastorAngela MerkelArabia SaudíawrahCoráncuerpoculturaDiana RubioDiosHamad Bin Jalifahiyabislamismoministra alemana de DefensaMohammed bin Salman al- SaudmujerreligióntúnicaUrsula von der Leyenvelo Comentarios Maira Álvarez el 15 dic, 2016