Una de las afirmaciones más peligrosas de la maquinaria políticamente correcta que apisona nuestras mentes es la de “la generación mejor preparada de la historia”. En primer lugar, porque mentir siempre está mal. En todo caso, no es fácil comprobar cuál de nuestras hornadas de estudiantes es la más culta. No podemos afirmar: sólo barruntar que cada vez van siendo peores (salvo en informática). Simplemente con oírles hablar.
En segundo lugar, porque quien escucha que es el mejor se puede adocenar. Lo que la gente bienintencionada quiere decir con la frase tóxica es “lamentamos que padezcáis un 56 por ciento de paro”, pero eso no se arregla gritando “campeones”. Las causas de la incompetencia lingüística límite de nuestros chavales son tres: su falta de base cultural, la deformación del español que provocan los nuevos sistemas de comunicación y la pésima preparación de la mayoría de sus profesores. A la puerta del cole escucho muchos “más mayores” de profesores que no son culpables, sino víctimas también, del sistema educativo.
Cuando la Comunidad de Madrid publica errores de los aspirantes a profesores, nos quedamos en la anécdota. Lo importante no es la lista de gazapos delirantes; lo grave es que el 86% de los examinandos suspendió una prueba para niños de doce años. Tres mil quinientos ochenta y siete de los que no habían sacado un cinco terminaron dando clase igual. Exámenes de acceso que también se lo dan a quien los suspende.
La temporada pasada, un alumno de 25 años que me oyó decir que iba a ver al maestro José Luis Balbín preguntó con un mohín de extrañeza quién era ése. Argumenté que, si era periodista, no podía ignorar una figura del oficio de tal fuste. Me contestó bastante farruco:
– Es que yo ni había nacido cuando lo de ese señor.
– ¿Te acuerdas de un emperador francés bajito y con mala leche que lio la de Dios es Cristo en Europa en el siglo XIX? Yo tampoco había nacido, pero me suena mucho.
– Rafa, no he conocido a nadie más borde que tú.
La tele pregunta a chavales de Madrid quién era Adolfo Suárez. Alcanzo a oír que era “uno de la dinastía” y “uno que dio un golpe de Estado”.
La generación mejor preparada de la historia.
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