Uno de los Granujas de medio pelo de Woody Allen dice del compañero que éste interpreta que “aquí todos somos listos, pero él lleva gafas”. Se refiere al que trabaja de pa’tras:
—¿Y qué es un pa´trás? —Pues el que se pone detrás del camión y dice: “pa´trás, pa´trás”.
Uno de los golfos propone marginar a una socia dejándole sólo un tercio del botín para cobrar ellos, que son cuatro, un cuarto cada uno. Qué cerca teniamos la solución a la deuda. Ahora, el club de ricos llamado Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico informa de que al setenta y uno por ciento de los españoles le cuesta discernir si es más ventajosa una oferta de tres por dos que comprar una unidad. Que un treinta por ciento de la gente tiene dificultades para realizar operaciones aritméticas sencillas, interpretar porcentajes muy simples o entender un vocabulario básico. Que nuestra comprensión de lectura es de la mitad. Concretamente, de 252 puntos sobre 500. Si esto les parece nuevo, miren mi biografía, ahí arriba a la derecha.
Sin entender lo que leemos o escuchamos no podemos ser libres. El que comprende puede desempeñar más tareas diferentes y, sobre todo, adaptarse a los cambios. La Organización dice que el 75 por ciento de los que han sacado mejor nota en España tenía trabajo, frente al 47 por ciento de los que han obtenido las peores calificaciones. Más de la mitad no sabe extraer conclusiones de El Quijote. O sea: en la práctica, se pierde delante de un texto relativamente complejo. Somos los penúltimos del Programa Internacional para la Evaluación de la Competencia de los Adultos en comprensión lectora. Los periodistas estamos ilustrando esto diciendo que muchos españoles no saben comparar precios de hoteles (en casa no tenemos un problema de intelección porque lo hace mi mujer) ni interpretar el gráfico del recibo de la luz. Pero tampoco entendemos nada: estrictamente hablando, eso no es el recibo de la luz, sino el de la electricidad, que pagamos para tener iluminación, pero también fuerza motriz. Si ese papelito fuera el recibo de la luz, el del gas tendría el más castizo nombre de “recibo de la lumbre”.
@rafaelcerro
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