He descubierto en una revista para niñas y preadolescentes otra raíz de los anglicismos de los que abusamos jóvenes y mayores. Se empiezan a mamar en plena niñez y también por escrito, no sólo en la tele. La publicación les pregunta a las niñas, por ejemplo, “¿Cuál de estos ‘looks’ te parece más guay para salir con tus ‘friends’”. No he encontrado la palabra “amigas” por ninguna parte. También habla de “ondas ‘fashion’” para el peinado, de ‘nick’ para referirse al apodo y de contactar con las ‘stars’ en lugar de con los ídolos de las chavalas. Los seguidores del cantante Abraham Mateo se denominan directamente ‘abrahamers’ y una buena parte de la publicación, sobre todo la que más mola, está escrita en un espanglish terriblemente pobre. Hay anglicismos empotrados tan superfluos como el del titular “Sisters al poder”.
Como muchos adultos, los redactores de la revista como tú (con el título escrito con minúscula en la portada) llaman “coach” a cualquier persona que entrene a cualquier otra en cualquier disciplina. Una ‘coach’ con muchas dotes de mando se convierte en toda una ‘directioner’. La publicación les pregunta a las niñas si tienen “alguna question” para sus ídolos y se supone que luego se las traslada a las estrellas. El esquema de adopción de barbarismos es el mismo que el nuestro: el esnobismo de quien quiere estar in le lleva a sustituir por anglicismos términos españoles sencillos y cotidianos que no necesitaban recambio. El daño es mayor a la tierna edad de estas lectoras, que ni siquiera preguntan qué es una BFF porque todas lo saben: una amiga para toda la vida en el desarrollo de su acróstico inglés: “Best Friend Forever”.
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