A veces, la Academia tarda en aceptar palabras que proceden de otros idiomas porque antes quiere asegurarse de que han arraigado de verdad y no son modismos fugaces. El barbarismo modem irrumpió con fuerza aquí y su uso perdió fuerza después. Finalmente, se quedó entre nosotros adoptando la tilde que lo convertía en palabra llana en nuestro idioma: módem. Su definición es “Aparato que convierte las señales digitales en analógicas para su transmisión, o a la inversa”. Su uso no es cotidiano.
El palabro que sí parece haber llegado para quedarse es coach, que es un anglicismo apestoso por tres razones. La primera es que incomoda a mucha gente que no lo entiende; pensemos en quienes nunca han estudiado inglés, especialmente los mayores. La segunda, que se propaga deprisa, como las enfermedades venéreas: hoy no hay esnob que no diga coach con fruición y entusiasmo. La tercera razón, que es transversal: sustituye a varias voces nuestras y, por lo tanto, destruye léxico o hace que éste caiga en desuso. Algunos empiezan a utilizar la aberración porque creen que viste más tener un coach que un entrenador al estilo tradicional. Por eso, nunca te lo venden como “un entrenador de Aluche”, sino como “el que ha entrenado a “Gabi, Koke y Fernando Torres”. Siempre lo han heredado de alguien famoso: el prestigio por contagio. Pero la voz coach se extiende como una enfermedad venérea y deja olor a metano. Hoy se emplea ya también en lugar de profesor y temo que termine sustituyendo incluso a la palabra cura: “vamos a oír decir misa al coach de nuestra parroquia”. Pero lo cierto es que hablemos de profesor, de guía, de orientador o de asesor…tenemos palabra española. Cada vez nos rendimos más pronto al contagio de la otra lengua.
El esquema de uso del anglicismo casi siempre es el mismo: lo exótico siempre es mejor y su empleo se realiza ciegamente. En otro ámbito, sólo la ceguera más paleta puede conducir a que el nombre de una carrera canina se cambie de San Perrestre a San Perrestre Urban Tour o a que en Madrid haya un Winter Festival.
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