El triunfo de algunos anglicismos en la era de la tecnología parece lógico, pues el inglés es un lenguaje muy técnico y muy ágil que genera casi inmediatamente un término para dar nombre a cada novedad que la sociedad genera, incluida la de arrojarse por los balcones de los hoteles. En ocasiones, estas asimilaciones son lógicas e inevitables. Es correcto decir tuitear, ya que la expresión arranca de un nombre propio. Suena ridículo pensar en sustituirla por gorjear, que quiere decir “hacer quiebros con la voz o la garganta”.
Algunas voces anglófonas se quedaron entre nosotros porque cuando llegaron no luchamos contra ellas pensando que no había alternativa. Hoy son una realidad lingüística española. Los ejemplos más contundentes son hardware y software. Habría sido muy sencillo, aunque menos cómodo, decir “equipos” y “programas”, respectivamente.
Más delito tiene utilizar expresiones anglófonas para las que sí hay una alternativa sencilla u obvia. Por ejemplo, utilizar “brainstorming”, en lugar de tormenta de ideas; “screen” cuando tenemos pantalla; o “mouse” en lugar de “ratón”. Esto último parece, más que casual, un acto deliberadamente pedante.
Un “coach” es un entrenador. Decir que algo o alguien está en “stand by” es una estupidez. En español se dice estar en espera.
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