A Fernando Álvarez Jimeno, por su valiente testimonio de gratitud
Casi no conozco a Fernando. Apenas lo he visto dos o tres veces. Pero sí conozco su voz. La primera vez que la escuché fue hace ahora casi tres años, no importa dónde, ni por qué. Era una voz que llamaba al perdón, a la reconciliación. Era la voz de un hombre que se elevaba por encima de las debilidades humanas, de nuestras miserias, y nos invitaba a mirar más allá, para recobrar la esperanza de vivir.
Aquella voz es la que hoy he recordado al leer su testimonio de gratitud hacia el personal del Hospital Zendal, que le ha salvado la vida, en su lucha contra el Covid. Sin furia, sin ira, Fernando ha querido alzar su voz, como aquella vez que yo la escuché por primera vez, sin ir “contra nadie, ni para desmentir a nadie”, y nos ha dado este testimonio de lo que ha visto, y vivido.
Hoy, este blog, es de Fernando. Aquí os dejo su carta, publicada hoy en la sección “Cartas al director” de ABC, por si a alguno de mis lectores le puede ayudar a comprender la situación de este centro hospitalario, tan criticado y denostado. Yo estoy segura de que sí, porque la voz de Fernando, me consta que es así, ha ayudado a mucha gente a reconciliarse con la vida, a interpretarla de otra manera, con más paz y serenidad.
“Yo he sido paciente en el Zendal.
Me llamo Fernando y he estado ingresado allí 23 días. Llegué el día 24 de diciembre, derivado desde otro gran hospital de Madrid.
Presentaba un cuadro severo de COVID 19 y, por varios motivos que no vienen al caso, estaba calificado como paciente de riesgo. No era por tanto un paciente “fácil”, de esos que según algunos se estaban enviando al nuevo hospital.
Mi evolución corroboró las primeras impresiones. A pesar del tratamiento recibido, y de los esfuerzos del personal sanitario, pocos días después estaba en la UCI, sedado y entubado.
He conocido por tanto las tres secciones del hospital: Hospitalización, Cuidados Intermedios y la UCI. Tengo que deciros que nunca me ha faltado de nada y que siempre he recibido un trato profesional y extraordinariamente humano.
No escribo esto contra nadie, ni para desmentir a nadie, cada uno vive sus propias experiencias. Simplemente trato de contaros la mía.
Siempre que me lo ha permitido mi estado he comido bien y caliente, mejor que en otros hospitales en los que he estado ingresado. Incluso la dieta de fácil masticación, en los días posteriores a ser desentubado, me la comí sin notar nada extraño y eso que aborrezco los purés.
Es cierto que el día de la nevada fue crítico. Al quedarse aislado el hospital no podían llegar los relevos del personal sanitario y lo mismo pasaba con los suministros o los servicios externos, no llegaba nada de fuera. Ese día la administración del hospital se las ingenió para que, con los recursos disponibles en el centro, comiéramos todos y dispusiéramos de sábanas limpias. Para poder mantenernos atendidos contaron con el esfuerzo titánico del personal que estaba en el hospital, que cubrió turno tras turno hasta que pudieron llegar los relevos. Gracias, gracias, gracias.
Con respecto a las duchas de la zona de hospitalización, en el resto no hay por motivos obvios, tengo que decir que son un poco justas cuando está llena de pacientes, sobre todo cuando todos queremos ducharnos a la vez. Yo me he duchado todos los días alternando las horas en función de la afluencia de la gente. No obstante, reconozco que en esto no puedo ser objetivo, la mejor ducha que recuerdo en mucho tiempo me la he dado allí el primer día que pude asearme solo tras mucho tiempo en la UCI y en Cuidados Intermedios.
En un momento en el que los contagios se han disparado el poder disponer de un hospital como el Zendal a mí me da tranquilidad. Cada cual que piense lo que quiera. Hay que entender lo que es, un centro para tratar específicamente a los afectados por la pandemia que, como por desgracia somos muchos, no está exento de incomodidades. Pero estas incomodidades se compensan con creces por los medios técnicos de que dispone y sobre todo por la profesionalidad de sus medios humanos.
Tengo que confesaros una cosa, acaban de ingresar a mi madre con un cuadro serio de Covid y Neumonía Bilateral. Me han dicho que la van a trasladar al Zendal y a mí esto me da tranquilidad, porque se cómo va a ser atendida.
El Zendal funciona. A mí, desde luego, me ha funcionado.
Solo puedo acabar de una manera:
Gracias de corazón a todo el personal del Zendal sin distinción, por vuestra atención médica y también por vuestra enorme humanidad. Infinitas gracias por vuestro apoyo, por vuestras palabras y por vuestras sonrisas”.
Sociedad