La revuelta de los trabajadores del campo va a poner a prueba la capacidad de los partidos de centro derecha para captar el voto rural. Son miles los agricultores que han estallado, tras la puntilla del Gobierno con la subida del Salario Mínimo Interprofesional, que ha terminado por poner a este sector contra las cuerdas.
Hasta hace muy poco, el campo era terreno abonado para el PSOE. Tradicionalmente, las comunidades con mayor peso de la agricultura, como Extremadura y Andalucía, votaba socialismo. Pero la llegada de Vox está cambiando esta tendencia, como así se refleja en las últimas elecciones.
Abascal gana cada vez más apoyos en un sector de la población vinculado con la caza y el campo. Dos sectores perseguidos por los socialistas, que, equivocadamente, lo relacionan con los grandes latifundistas y las cacerías de élite, que nada tienen que ver con lo que ahora está en juego.
Los casos de corrupción en Andalucía que han protagonizado los dirigentes socialistas de la Junta han hecho mella en una clase social que empieza a darle la espalda a un PSOE más entregado a agradar a Cataluña y a hacer concesiones al separatismo que a cuidar a su electorado.
Ante esta situación, Vox empieza a ganar terreno, ante un PP que no se está dando cuenta de que esta revuelta viene para quedarse y que el que da primero da dos veces. Al parecer, Casado no se verá hasta mañana con organizaciones agrarias, demasiado tarde, creo yo.
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