La renuncia de Pablo Iglesias a su exigencia de ser ministro del futuro Gobierno de Pedro Sánchez si apoya su investidura, deja la puerta abierta a que Irene Montero ocupe su lugar en el gabinete del presidente.
No es ninguna broma, sino que puede ser real, ya que, si tomamos la literalidad de las palabras de Sánchez, su veto siempre ha sido a Pablo Iglesias, no a otros miembros de Podemos, aunque dejara la coletilla de que aceptaría personas de perfil técnico de esta formación de ultraizquierda.
Si Pablo Iglesias ha dado un paso atrás apartándose del Gobierno, ahora tendrá que darlo Sánchez renunciando a que solo sean personas de perfil técnico las que puedan formar parte del nuevo Ejecutivo. Una cesión, por otra.
Ahí puede aparecer la figura de Irene Montero. La pareja de Pablo Iglesias sería un peligro nacional para el futuro de España si llega a ser ministra. Lo digo como lo siento, y no voy a dar rodeos. Y mucho peor si le adjudican carteras tan sensibles como Sanidad o Educación.
Su sectarismo, su radicalidad, su desprecio a lo que es España, a su unidad, su falta de sentido de Estado, su demagogia populista, sería muy perjudicial para la imagen de España, sobre todo fuera de nuestras fronteras.
No sé si Pedro Sánchez tendrá también sentido de España y la ambición por el poder no le ciega para ver que Irene Montero sería una pésima ministra para un Gobierno que pretende aparentar que gobierna para todos en cuestiones de Estado.
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