Ya dije desde este blog hace mucho tiempo que la división del centro derecha en España no iba a ser nada bueno y que tendrÃa graves consecuencias para nuestro paÃs. Qué era muy comprensible el enfado con el PP, con la corrupción, con la gestión de la crisis en Cataluña, con el abandono de lo que habÃan sido los principios tradicionales del Partido Popular, que todo eso estaba muy bien; pero que la alternativa a este malestar iba a ser mucho peor.
Pues ya lo estamos viendo. Mañana martes, o a más tardar el jueves, si nadie lo remedia, España quedará en manos de un Frente Popular. Estará gobernada, entre otros, por unos comunistas disfrazados de podemitas que tratarán de destrozar la obra inmensa de reconciliación que fue la Transición, volverán a poner sobre la mesa los fantasmas del pasado, que tanto daño hicieron a España y, con su sectarismo ideológico, volverán a dividir a la sociedad. Y de la economÃa, mejor ni hablar.
No es ninguna broma lo que viene, y ojalá me equivoque. Pero nada bueno se avecina si una de las vicepresidencias del Gobierno queda en mano de Irene Montero, o lo que es lo mismo, Pablo Iglesias, por mucho que diga que él ha dado un paso atrás. Que alguien que ha defendido un referéndum ilegal en Cataluña que contribuye a romper España, se siente en la mesa del Consejo de Ministros es, porque no decirlo, una aberración.
La única esperanza de este dislate es que dure poco, que la situación en el Gobierno sea insostenible, y que tengan que adelantar las elecciones. Esperemos que, para entonces, no hayan destrozado España.
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