El presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, quiere olvidar cuanto antes sus desafortunadas declaraciones en Oslo sobre los parados y los cursos de formación. Los pasillos del Senado hervían ayer por la tarde antes de la sesión de control, ya que era la primera vez que el presidente daba la cara en España. Llegó junto a la senadora Leire Pajín, esbozó la mejor de las sonrisas, y entró en el salón de plenos. Dentro le esperaba el portavoz popular, Pío García-Escudero, con la lengua afilada para intentar arrancarle unas declaraciones sobre esta metedura de pata.
Pero Zapatero no se iba a dejar embaucar. García-Escudero le citó con la muleta, de frente y cerquita del morro, y le provocó con afirmaciones del tipo "usted toma por tonto a los parados", acusándole de "camuflar" la situación del paro en España "como ayer hizo en Oslo". Zapatero se hizo "el longui", no quiso ni ver el toro, y evitó hacer ninguna alusión a esta metedura de pata. Eso sí, sacó pecho y aseguró que a final de año o principios del próximo empezará a recuperarse el empleo. Después, se marchó. Digo yo que, al menos, que dé la cara ante esos desempleados a los que ha bautizado como trabajadores activos porque hacen un cursito de información. Que pida perdón, que no es tan difícil.
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