Hace tres años, en Barcelona, el Real Madrid mordía el polvo en la Final Four. Era su primera aparición en una fase final desde 1995 y pagó la novatada de un equipo joven, pero plagado de promesas. El técnico del campeón en aquella ocasión, el Panathinaikos, lo tenía claro y no era un cualquiera.
Zeljko Obradovic, el entrenador más laureado de la historia continental, habló entonces del Real Madrid como futuro campeón. Perder, para poder ganar. Hacer callo. Ganar experiencia. “El equipo es joven, tiene más futuro que casi ninguno en Europa“. No se equivocó mucho. Obradovic se refería a los Llull, Mirotic, Sergio Rodríguez… A los que se unió después Rudy Fernández como núcleo central de este Real Madrid que aspira, por tercera ocasión en cuatro años, a levantar la novena.
La profecía de Obradovic ya estuvo cerca de hacerse realidad el año pasado, pero el Olympiacos evitó el triunfo blanco con una gran remontada. Ahora, una temporada después, ese sueño vuelve a estar cerca. Esta vez no estará de por medio el gran Obradovic y su imparable Panathinaikos, ni tampoco el Olympiacos campeón de las últimas dos Euroligas, al que el propio Real Madrid ha dejado en la cuneta.
Los blancos quieren ahora hacer buenas las palabras del maestro Obradovic. La experiencia acumulada en estos últimos años es ahora una aval para aparecer, por primera vez en mucho tiempo, como favorito al título. Lo es, además, por derecho propio. Tras una temporada de ensueño que sólo ha tenido algún que otro altibajo en la fase final.
La madurez de hombres como Sergio Rodríguez, Rudy Fernández o Mirotic se antoja fundamental en un conjunto que Laso ha sabido exprimir para sacar su mejor jugo. Además, Reyes y Bourousis ponen el contrapunto de veteranía, imprescindible también para optar al título que también quieren Barcelona, CSKA y Maccabi. Eso sí, ellos no cuentan con el aval de Obradovic, ese que hace tres años predijo el título blanco. Veremos si se equivoca. La respuesta la sabremos el próximo domingo por la noche.
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