¡La que se ha liado por un mural feminista hace unos días en Madrid, oigan! Unos que querían quitarlo, otros mantenerlo… Que si era invisibilizar a la mujer, que si eso no era feminismo sino ideología… ¡La mundial! Como todo en España y últimamente, ¡más! Pero vamos, de un país en que se pierden las amistades por ser concebollista o sincebollista en la tortilla de patata, qué les voy a decir. Este mural, fue tildado de «femimarxista radical» por una parte. Por otra, se ha recordado que fue aprobado con aquiescencia mayoritaria indicando que «no tiene connotaciones políticas de ningún tipo». ¡Se llegó a pedir que mediara la UNESCO para salvaguardar el mural! Y ahora el mural se ha hecho tan popular, que se están pidiendo copias en otros institutos madrileños, pero también en Cádiz, Tarragona, Lorca, Soria, Alcorcón, Salamanca, Rivas-Vaciamadrid y el municipio castellonense de Geldo. Leñes. ¿Quiénes están en ese mural? Veamos.
Son quince mujeres. Va de suyo. Pero algunas, lo reconozco, me chirrían. ¡No por su demostrada valía, faltara o faltase! Sino porque, bien entiendo que son un extraño ejemplo feminista, bien porque nos sean algo ajenas, bien porque dan la razón a quienes dicen que es un mural, dejémoslo, en politizado. ¿Es feminismo la imagen de la francotiradora soviética, Liudmila Pavlichenko? ¿Es un ejemplo de que la lucha armada es la vía al representar a la Comandante Ramona, con su pasamontañas puesto, del Ejército Zapatista de Liberación Nacional? ¿No había otra escritora que la nigeriana Chimamanda Ngozi Adichie? ¿No se dará la razón a quienes hablan de politización, si en él aparecen figuras como la anarcocomunista, Emma Goldman; la anarcosindicalista Antònia Fontanillas Borràs… o la diputada por PODEMOS, Rosa Arauzo?
Pregunto, vaya. Porque, claro, uno que le ha dado por estudiar la historia de las mujeres que por estos lares han luchado tanto por los derechos de la mujer, con obras y con hechos, se le hace raro el que tengamos que irnos a lugares tan lejos para encontrar referentes. Y no se crean que he venido a hablar de mi libro. Pero se lo recomiendo, que uno tampoco es un malva, y mi Siempre estuvieron ELLAS no les voy a negar que me quedó redondo. Por eso me da incluso hasta pena el ver cómo pioneras que hasta no hace tanto fueron referentes de la lucha de la mujer, no hayan tenido presencia en este mural. Les preguntaban a los chicos del instituto Juan de la Cierva de Puente Genil (Córdoba), donde han replicado el mismo en su patio, que nadie les había hablado de la cosmonauta soviética, Valentina Tereshkova. ¡Pues muy mal! Pero me gustaría que ese alumno que quiere estudiar ingeniería informática, supiera que la precursora de las actuales tablet y del libro electrónico, fue una maestra rural leonesa que desarrolló toda su labor en Galicia, y cuyo invento mecánico quisieron comprar los siempre avispados norteamericanos. Se llamaba Ángela Ruiz Robles. Pero no está en el mural.
Me encantaría que supieran de las primeras corresponsales de guerra, como la increíble Sofía Casanova, una gallega que informaría desde primera línea, tanto de la Primera Guerra Mundial, como de la Revolución Rusa, que llegará a entrevistar incluso a Trotsky. Una mujer que vivió y conoció a las sufragistas de primera mano. Pero no está en el mural. U otra colega periodista y escritora, como Carmen de Burgos. Que informaría desde el frente de la guerra de África a principios del siglo XX, y que promovería desde sus columnas debates encendidos sobre el voto de la mujer en 1906, o para la legalización del divorcio en 1902. Pero Colombine, como se la conoció, no está en el mural. Ni lo está Mercedes Formica, una abogada que logró un hito increíble contra la violencia en el hogar contra la mujer, en pleno franquismo, y cuya lucha que inició en 1952 llevó a cambiar decenas de artículos del Código Civil y del Penal, favoreciendo a la mujer. Pero ya lo he reseñado, no está en el mural.
No está la escritora del Siglo de Oro, María de Zayas, que se la considera una de las figuras más relevantes de la llamada, Genealogía del feminismo, y cuyas obras escritas en tiempos de Lope y de Cervantes, admiradores ambos de la obra de la autora madrileña, rebosan modernidad por cada letra de sus escritos. Pero no, no está en el mural. ¿Cómo se han podido olvidar de Clara Campoamor, la diputada que formó parte de la comisión constitucional de la Segunda República, y fue la promotora más importante para la aprobación en Las Cortes del sufragio femenino? Una mujer que luchó por establecer la no discriminación por razón de sexo, la igualdad jurídica de los hijos habidos dentro y fuera del matrimonio, el divorcio y el sufragio universal… no está en el mural.
Y en este año del centenario de la muerte de la gran doña Emilia Pardo Bazán, novelista, periodista, feminista, ensayista, crítica literaria, poetisa, dramaturga, traductora, editora, catedrática… ¡y más moderna que ninguna neoposmo de las Rad Fem de Cuarta Ola que dieran los siglos! Permítanme el micro machismo, ¡pero una pedazo de señora! Pero no está en el mural. Tampoco. Y, ya ven, no era tan difícil hacer una selección de mujeres que demostraron con creces que las «capacidades no dependen del género», como se lee en el citadísimo mural. Y sepan que me dejo muchas otras. Pero muchas. A lo mejor es bueno que, en vez de borrar o tirar, levantemos y pintemos nuevos murales para las nuevas generaciones, y que sepan que no hay que irse tan lejos para admirar a mujeres de bandera. Pues siempre estuvieron ellas, ¿verdad?
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