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Blogs Notas del Espía Mayor por Javier Santamarta del Pozo

Duelo a virustazos

Duelo a virustazos
Duelo a coronavirus cual garrotes, en la versión de Ricardo Sánchez «RIsconegro»
Javier Santamarta del Pozo el

De esta crisis vamos a salir mejores personas… Más pegadas a lo importante… Nos deleitaremos con esos pequeños placeres que antes no éramos conscientes… Seremos más amigos de nuestros amigos… Ustedes me perdonen, pero ¡y una figa! El ser humano no cambia por un quítame allá unas decenas de miles de muertos sin nombre. Sin nombre menos para las familias de los finados. Pero para el resto, esto es muy fácil, chiqui, unas cifras de la Johns Hopkins por aquí, un informito de la OCDE por allá, y de paso vamos a ver si entre todos la matamos y el puñetero bicho de marras se muere solo. Y si no se lo creen, lean si tienen estómago, el Diario del año de la Peste, de Daniel Defoe (el de Robinson Crusoe, ya saben), escrito en 1722 sobre la peste que asoló Londres en 1665. Donde verán que a la primeras de cambio y que la alarma o las muertes parecían cesar, la gente se ponía a hacer vida normal (aún no había dirigentes tan cursis y distópicos de hablar de «nueva normalidad»), y lo único que se conseguía es que hubiera más muertos.

También les puedo recomendar, si no la han leído ya, la de Los novios, de Alessandro Manzoni, donde sitúa su relato en Lombardía que, ¡ya es casualidad y lo demás son tonterías!, es la primera región que Italia cerró por culpa del Coronavirus. Con la peste milanesa de 1630 como terrible forillo de realidades virolentas que, como vemos, se repiten en el tiempo. Porque lo más triste del ser humano, es que no es que seamos predecibles. Es que somos los mismos desde hace milenios y nos creemos que por tener el último Chamchung o el Megaifón, podamos ver miles de películas y series hastiados de no encontrar «nada que ver», y algunos hayan viajado a sitios con aguas turquesas y bufés donde te colocan una pulserita y te pones como liberado sindical ante fuente de mariscos, ya somos todos unos modernos. Y lo que somos es una panda de irresponsables que a la primera de cambio, enseñamos la patita como en aquél cuento del lobo y las cabritillas.

Y la enseñamos a veces en plan gracioso, con Meme, con salero lleno de cicuta en esas Corralas 2.0, que ni en mis tiempos como Espía Mayor recuerdo mentideros con más mala baba que las que por el éter de caralibros y pajaricos azules anidan. Aunque bien le pegaría al complejo de La Moncloa, sede de las homilías del señor Presidente del Gobierno y de los voceros de los expertos fantasmas, llamarle con toda la retranca a esa sala de prensa, el Mentidero de Moncloa. Porque verdades se habrán dicho. Pero cuando se contradicen finalmente, o aquellas no eran tales, o las de ahora tampoco pueden serlo. Pero en las palabras de nuestros dirigentes todo son voces de unidad, de no es tiempo de criticar, ahora hay que remar todos juntos… pero luego llamamos cacatua al que no te gusta lo que dice, o motejas de sepulturero al que preside esta nuestra Españita, como la llama el genial Chapu Apaolaza.

De esta no saldremos mejor ni más guapos. Ni desde luego más delgados. Muchos no saldrán ya. Y muchos que salgan, veremos dónde llegan cuando la crisis nos de otra bofetada de realidad, o en otoño invierno, veamos que no hemos ganado más que una vida rara en la que daremos un bote hasta el otro extremo de la acera como alguien estornude cerca. Y ya entonces habremos encontrado culpables. Culpables de la gestión; a los capitanes a posteriori y a priori; a los que han sido responsables de tantas muertes. Pero no será el virus. Serán los virus de «los hunos y de los otros». Los nuestros ya lo dijeron. Los vuestros han jugado con la vida de los nuestros. Y la maldición que llevamos en esta piel de toro desde que Sertorio y Pompeyo empezaron nuestra atávica costumbre guerracivilista, seguirá haciendo de nosotros parte de esa irresponsabilidad que hace que, como me llegó el otro día en uno de esos chistes con que nos tomamos la realidad los españoles creyendo que así conjuramos nuestra mala leche, al final ni Fase 0 ni Fase 3, en el BOE lo que vamos a leer es una única disposición publicada: «Haced lo que os dé la puta gana».

La pena es las decenas de miles que no podrán ya hacerlo jamás.

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