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Blogs Música para la NASA. por Álvaro Alonso

Tres canciones para… amar sobre el agua

Tres canciones para… amar sobre el agua
Álvaro Alonso el

La fiesta está siendo algo estirada, como sacada de una novela de Fitzgerald. Lo mejor será salir al jardín a fumar. Suenan los grillos, la noche está en calma. No estás solo. Esa mujer de cigarrillos largos y finos que entreviste mientras servían los cócteles se cubre con un chal, el cuerpo vuelto hacia la playa.

Te acercas a su altura. Comenzáis a hablar, ella sonríe cordialmente. Desde lo alto llega el eco de la fiesta, que parece animarse algo, se oyen algunas risas. Distingues una canción de Chris Rea, el músico austero y poco ruidoso de voz grave. Reconoces “On The Beach”.

 

De pronto, no sabes cómo, ella se ha descalzado, ha trepado graciosamente hasta lo alto del seto y ha desaparecido.

Tú haces lo propio, con bastante menos gracia. Pero con mucho empeño. Al caer al otro lado, y al conseguir incorporarte, la ves correr hacia la orilla. La consigues alcanzar, preguntándote cuáles son sus intenciones.

 

Entras en el mar sintiendo el golpear del suave oleaje contra la ropa que va cogiendo peso. Cuando por fin la alcanzas, descubres que has caído en la trampa, en una dulce trampa. Desde la casa llega el sonido de “Smoke on The Water” de Deep Purple. Cuarenta años, se dice pronto, desde que Gillan, Blackmore y compañía incendiaran con carburante las tranquilas aguas del rock.

Ella te oye hablar de un tal Zappa pero no te escucha, te tapa los labios con los suyos anudándote el cuello con los brazos y os sumergís debajo del agua. Ahora ya no se oye nada.

 

 

Cuando volvéis a la superficie, abriendo los pulmones al máximo, os llega con gran nitidez la voz de David Bowie, es aquella canción de 1977, “Heroes”, y nadáis como delfines, cantando lo de ser héroes, aunque solo sea por esta noche.

De vuelta a la orilla decidís quedaros un rato más. Rebuscáis a tientas por la orilla lo que haya quedado de la ropa que llevabais puesta. Nadie parece haberos echado de menos. La fiesta terminó rota en mil pedazos. Al salir por la puerta un reguero de agua marina va delatándoos por detrás de las pisadas de vuestros pies descalzos.

 

 

 

 

 

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