Hace exactamente ocho años escuché a un músico de Ohio que podríamos encuadrar entre el folk y el pop acústico que atiende al nombre de Joshua Radin. Desde la primera vez que sonó la voz de Joshua quedé impactado por su originalidad, un color de voz indescriptible, algo así como el agua cristalina que nace de una fuente libre.
Ahora que el cielo se va llenando de nubes he recordado aquella primera canción que escuché de Joshua. Una triste semblanza del invierno. “Winter” estaba incluida en We Were Here, editado por Columbia y que consiguió un sorprendente puesto 34 en las listas americanas, algo meritorio para un artista desconocido.
Parte de culpa de tan sorprendente éxito radica en lo bien que su peculiar voz empasta con las imágenes, y así fue con “Closer” y “Winter”, utilizadas como fondo sonoro en sendos capítulos de la serie de TV Scrubs.
A mí Joshua Radin me recuerda mucho a Paul Simon, en esa frescura como de ser un tipo que está sentado en el pupitre de al lado o que lleva la bandeja en el self service de la universidad obediente y disciplinadamente en la cola detrás tuyo. También me recuerda a Jeff Buckley, en la falta de pose, en la ausencia total de imagen artística, algo aparentemente suicida en los tiempos que corren. En su componer en crudo y desde la precariedad, en fin, a quien me recuerda es a Leonard Cohen.
Pero cabe decir que para Joshua Radin ese “ser uno mismo”, esa búsqueda casi ecológica de la naturalidad coincide con su estilo y con su voz, y tal vez sea por ello que el público le ha dado su apoyo de una manera más que llamativa si tenemos en cuenta los lugares ocupados en las listas americanas por sus cinco elepés hasta la fecha. El último, Wax Wings, producido por él mismo, con las dificultades de promoción que ello conlleva, llegó al 7 de las listas folk y al 14 de las listas indie, al 73 en la general, lo que hace pensar que la sociedad norteamericana y, por ende, también la nuestra, está necesitada de una buena dosis de ternura y sensibilidad. Y si no que se lo pregunten a Pablo Alborán.
Joshua Radin es experto en eso de hacer llorar al personal. Alguien que dice que su libro favorito era Harold and the purple crayon, que narra las aventuras de un niño de cuatro años capaz de crear el mundo solamente con pintarlo, no puede dejar de ser una buena persona. Empeñado anda Joshua Radin últimamente en que la música llegue hasta las escuelas de los más necesitados; esas cosas que suelen dar más lustre a los artistas. En su caso, te lo crees todo.
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