Si Jim Morrison siguiera con vida me lo imagino grabando en Joshua Tree, el mítico desierto. Un lugar entre lo sagrado y lo mágico donde “las enseñanzas de Don Juan” de Carlos Castaneda pueden hacer que el vuelo se convierta en realidad. Morrison murió en París el 3 de julio de 1971. Pero la llama sigue viva.
En mitad del desierto californiano, en 1993, los músicos Fred Drake y David Catching decidieron construir una casa que les sirviera de estudio de grabación. Lo bautizaron “El Rancho de la Luna”. Desde entonces se han hospedado en las reducidas estancias de la casa un selecto número de músicos atraídos por la magia del amanecer en el desierto: Daniel Lanois -productor de U2-, Mark Lanegan, Victoria Williams o Queen of The Stone Age.
El último en caer bajo el embrujo del desierto ha sido Kurt Vile, posiblemente el guitarrista de folk-rock más talentoso de lo que llevamos de década. Tras sacar de las cavernas a War on Drugs, grupo del que fuera una de las partes principales, comenzó su carrera en solitario junto a The Violators, con quienes firmó un disco de los que perduran, Waking on a Pretty Daze (Matador, 2013), un álbum donde Kurt hace plausible el encuentro entre Eagles, Velvet Underground y Bob Seger, con canciones que cabalgan con una naturalidad pasmosa.
A sus 35 años, Kurt Vile está a punto de pasar a una indiscutible primera línea con el que será su próximo larga duración que llevará por título All Over The Place. En “El Rancho de la Luna”, al amanecer, Kurt confiesa haber grabado la mejor canción que haya escrito nunca: “La gente se fue a dormir y yo me puse a escuchar. Entonces, el sol salió y miré a mi alrededor y pude verlo todo hasta una distancia infinita y pensé, mira, he grabado mi mejor canción y aquí estoy, en mitad de ninguna parte, en este bello, mágico y místico desierto”.
Faltan unos meses para poder admirar las grabaciones de “El Rancho de la Luna”. Mientras, “Waking on a Pretty Day” sigue cabalgando sobre nuestras cabezas.
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