«La declaración unilateral de independencia dependerá de la intensidad de la represión»
Quedo con Joan Tardá después de su interpelación urgente en el Congreso sobre «la respuesta que el Gobierno está dando al pueblo de Cataluña en su deseo de ejercer su derecho a decidir». Ese derecho a decidir que no existe como tal fue también el tema principal de su conferencia en el Foro Plural Torre La Merced de Rota en julio, donde desgranó paso por paso la hoja de ruta de la Generalitat en su desconexión particular. Teníamos una conversación pendiente desde entonces.
Al entrar en el restaurante, coincidimos con una mesa con diputados del Partido Popular, que le saludan. «¡No se puede ir por Asturias con calzado!». «Verdad, verdad», responde Tardá mirándose el brazo en cabestrillo. Se lo rompió bajando por un camino forestal, después de visitar un lugar donde gudaris vascos y soldados mineros asturianos aguantaron durante 15 días el bombardeo de la Legión Cóndor. «Todos iban con calzado de montaña. Resbalé y caí encima de una piedra».
Tardá es impetuoso. Razona pero no quiere dar una respuesta directa ante el desafío del 1-O, a pesar de que piensa que «a los independentistas les van las distancias cortas y saben hacerse fuertes en las esquinas del ring». Ahora se han desplazado al medio del cuadrilátero, y es difícil arrancarle un escenario distinto al soñado, aunque caiga noqueado. Más de uno me lo ha advertido. Ya no les vale el diálogo.
Ha estado bien Montserrat Dolors en el Congreso interpelándole más desde el sentimiento, como catalana, y no sólo con un discurso basado en la ley.
Nunca le he dicho a nadie que la acción política independentista signifique la patrimonialización de un sentimiento. ¿Sabes por qué nunca será posible una reforma constitucional efectiva? Porque siempre seremos una minoría demográfica. La Cataluña actual es muy plural y diversa. Cada uno siente la catalanidad de una forma. Muchos la sienten y no son independentistas.
Por esa regla de tres, una minoría no puede cercenar la pluralidad de una sociedad.
Niego que la cercenemos. He reconocido que los días 6 y 7 de septiembre utilizamos fórceps. Con el mismo ejercicio de honestidad, el adversario político debería de reconocer que si se ha llegado a este escenario es porque la oposición no quiso formar parte de una ponencia para estudiar esas hipotéticas leyes y encima llevaron la iniciativa al Tribunal Constitucional. Hay una foto de Inés Arrimada, Xavier García Albiol y Miquel Iceta delante del Constitucional para recurrir que el Parlamento de Cataluña no estaba legitimado para debatir según qué leyes. Y añadieron que no participaban en ninguna ponencia que tuviera que ver con leyes de desconexión. Fueron al primo Zumosol, que les dio la razón.
Tampoco estaba previsto que se retorcieran las leyes en un Parlament…
No es retorcer las leyes. Si el Gobierno español hubiera querido negociar el referéndum –en lugar de una pregunta binaria, con tres opciones; en el año 2019 y siempre que saquemos un 55%, como en el caso de Montenegro–, hubiéramos llegado a un acuerdo. ¿Qué sentido habría tenido crear una nueva legislación y desobedecer la legislación española?
El propio Carles Puigdemont reconoció a Jordi Évole que el 1-O no tenía todos los ingredientes.
Claro que no es un referéndum normal. ¿Quieres mayor anormalidad que hacer un referéndum con 24.000 policías en la calle? Habíamos previsto que el asedio iba a ser tan bestia, que la ley dice que tiene que haber una sindicatura electoral o en su defecto un organismo creado por el Gobierno formado por personas de reconocido prestigio internacional, que hagan de Junta Electoral.
¿No será Julian Assange desde la embajada de Ecuador?
El primero sorprendido fui yo de que este hombre se metiera en medio. Si alguien le paga o no, te aseguro que nosotros no.
Carles Campuzano reconoció que no se va a declarar unilateralmente la independencia…
La declaración unilateral de independencia no depende de Carles Campuzano ni de mí, depende del Gobierno y del Parlament de Cataluña.
Pero, ¿cómo se puede ganar el 1-O sabiendo que el referéndum es ilegal? ¿Con un solo voto?
El problema no es que sea una ilegalidad, es un choque de legalidades. Excepto el caso escocés, que no hizo falta, todas las naciones que se han independizado se han visto obligadas a crear una nueva legalidad y en consecuencia desobedecer a la legislación anterior.
El referéndum escocés estaba pactado y tenía garantías.
Es verdad. No tiene las garantías de un referéndum que hubiera sido pactado. Pero curiosamente, los que reclaman garantías son los que han hecho todo lo posible para que las garantías no existieran.
Hasta el propio Joan Coscubiela ha sido calificado de fascista por estar en contra de cómo se aprobaron esas leyes…
¿Por qué tengo que ser solidario con Coscubiela, que lo soy, y él no lo es con la presidenta del Parlament imputada por permitir que se debata una ley que el Tribunal Constitucional dice que no se puede debatir? ¿Por qué en el siglo XXI no se puede debatir?
Debatir sería la solución. Usted dice: “Dialogar es democracia”.
Veo muy difícil sentarnos a dialogar. Quisimos construir el reino de España federal, nos comíamos la República, y salimos quemados. Tenemos muchos más motivos que el PDeCAT de sentirnos defraudados con el PSOE, porque nos traicionó y pactó con Artur Mas a espalda nuestra. Hicimos una reunión al más alto nivel en Madrid. Ellos vinieron sin un papel. Su respuesta fue que España no estaba preparada para firmar un pacto de legislatura con nosotros, porque la derecha les comería. Su relación con ERC había sido estrictamente como la de un kleenex. De usar y tirar.
Escribía refiriéndote al conflicto vasco: “Ambas partes tendrán que volver a sentarse y dialogar. La historia es tozuda y lo demuestra que este es el único camino”. ¿Por qué no vale ahora?
Porqué no. Porque la sociedad catalana, o una parte de ella, ha dado por amortizado tantos intentos de cambiar a España. El catalanismo tuvo como objetivo la modernización del Estado, dicho sin petulancia. Lo intentó Pujol a su manera, lo intentamos nosotros a partir del 2004 con Zapatero.
Decía Soraya Sáenz de Santamaría: «Convenzan a esta Cámara. Traigan una reforma de la Constitución».
Eso es una trampa. No lo haremos. Porque siempre dependeremos del PP, del PSOE y de Ciudadanos, porque somos una minoría demográfica. Los catalanes somos 7 millones y medio. Si pensáramos todos igual, pero los que queremos el referéndum somos 3 millones, siempre dependeremos de otros. Y entonces nunca podrá ser.
Entonces, ¿nos saltamos la ley?
¿La ley debe servir para resolver los problemas? ¿O la ley es el corsé que impide resolverlos?
¿Habrá entonces declaración unilateral de independencia?
Dependerá de la intensidad de la represión. Muchos ven el despliegue policial como una agresión. Esa intensificación de la represión podría llevar al Parlament a declarar que el Gobierno está en peligro de ser inhabilitado o encarcelado.
¿Es imposible el diálogo a partir del 2 de octubre?
No sé qué pasará. No sé si dentro de una semana el presidente Puigdemont estará en la cárcel o inhabilitado. No voy a vender humo. Qué habrá negociación es evidente. ¿Cuándo se va a dar? ¿En qué términos? No lo sabemos. Aun cuando el 80% de los catalanes fueran a votar el domingo, una locura que no va a pasar, también habrá que sentarse a negociar qué parte de la deuda nos quedamos… Todos los conflictos nacionales, incluso en los que ha habido sangre y guerra, al final han negociado, como en el caso de los Balcanes.
¿Por qué no estáis en la Comisión territorial que ha propuesto el PSOE hacía un Estado federal, que es una de las ideas que apuntas en «Proceso hacia la independencia»?
Eso ya es historia, un déjà vu. Ese era nuestro proyecto en el 2004. No iremos mientras esté yo. ¿Crees que podemos ir a una comisión que dice que el objetivo es estudiar el modelo territorial para sacar unas conclusiones que se incorporen a una hipotética subcomisión de una hipotética reforma de la Constitución? Sólo nos sentaríamos en una negociación de Gobierno a Gobierno. Del catalán al español.
¿Va de por libre Carles Puigdemont?
¿Crees de verdad que la voz cantante la lleva el PDeCAT? ¿Sabes por qué tiene la voz Puigdemont? Porque es lo menos PDeCAT que existe. Hijo de un pastor, que lleva a sus hijos a la escuela pública, que se ha ganado toda la vida como periodista, que está casado con una mujer rumana, no tiene nada que ver con el arquetipo del burgués de Convergència.
Después del 1-O, ¿generales o autonómicas?
No contemplo que nos salga mal el 1-O, porque incluso el peor escenario –la represión– nos hace ganadores a medio plazo. Tómatelo como una especulación. Si se aprobará la declaración unilateral de independencia, y sólo durará 48 horas, el solo hecho de que se hubiera proclamado, en un escenario de negociación se tendría que tener en cuenta. El Estado español sólo puede vencer si hace un referéndum y lo gana porque es capaz de conquistar el corazón de los catalanes. El pueblo catalán es muy pragmático y a veces somos menos segadores de lo que cantamos. Si nos sale bien el resultado entra en vigor la ley de transitoriedad jurídica. Si no va bien, autonómicas. Si la ciudadanía no va a votar habrá que reconocer que todavía no hay músculo para la República y habrá que esperar unos años. Solo ganaremos si somos capaces de acelerar la convergencia entre los independentistas y los autodeterministas, que Ada Colau no esté de culo al referéndum es una gran victoria. Lo mismo Pablo Iglesias, aunque nos afecta menos.
¿Con Podemos hay diálogo?
Con Podemos, sí. Pero imposible con el PSOE. Pedro Sánchez no está por el derecho a decidir. Me dijo: «Mira Joan, nosotros no podemos reconocer nunca a Cataluña como nación política. Si reconocemos el derecho a decidir, tenemos que autorizar el referéndum. Eso no lo haremos nunca». Fue en una reunión oficial donde estaba Rufián, Meritxell Batet, y juraría que también Antonio Hernando. No tiene talla de estadista para encarar el reto. Un hombre que se atreve a decir que Cataluña no es una nación, y al cabo de los quince días dice que es una nación cultural.
¿Está Oriol Junqueras negociando el día después con el Gobierno?
Eso es falso. No hay ninguna negociación sobre la mesa. Es más. No hay nada que negociar. Ahora solo vemos las garras del Estado. Improvisamos mucho. En función de lo que pase el 1 de octubre, haremos el día 2. Por cierto, el Estado hace lo mismo.
Pero mientras, seguís en el Congreso.
Sí, seguimos en el Congreso, hasta que lo diga el Gobierno de Cataluña. Cuando nos diga a casa, nos volveremos. Cuando hayamos hecho el trabajo. Si las cosas han ido muy mal significa que tendremos a Puigdemont en la cárcel. Y si Puigdemont va a la cárcel, quizá sea una teoría barata, pero el Gobierno español cae. No creo que la sociedad española vaya a permitir una solución a lo bestia.
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