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¿Sin noticias de Grecia?

¿Sin noticias de Grecia?
Marisa Gallero el

 

A la tercera, la vencida. El Eurogrupo abrió por primera vez la puerta a la reestructuración de la deuda griega con el Gobierno de Alexis Tsipras, ofreciendo reducir los tipos de interés a un máximo del 2%. La apuesta personal de Yanis Varoufakis, que le costó su salida del ministerio de Finanzas, ha sido en parte admitida.

«Mi argumento impasible era que resultaba esencial reestructurar la deuda pública de Grecia para crear la necesaria aceleración del crecimiento. Una deuda es una deuda, pero una deuda impagable no se paga a menos que sea razonablemente reestructurada», explica Varoufakis en «Y los pobres sufren lo que deben» (Ediciones DEUSTO).

Reconocer que la deuda es impagable tiene sus costes. El Parlamento de Atenas tuvo que aprobar este lunes el enésimo paquete de recortes que le exige la troika. Firmando una subida de impuestos de casi 5.000 millones de euros, un IVA al 24%, el undécimo recorte en las pensiones, privatizaciones y otras reducciones de gastos.

Las promesas incumplidas de luchar contra la austeridad de Alexis Tsipras se han convertido en el humo azulado y grisáceo que volvieron a invadir las calles de la capital helena. La indignación recorrió el centro de Atenas contra un Gobierno de izquierdas, que hasta ahora había alentado esas manifestaciones, porque no hay quita que valga.

Si el primer ministro griego apuesta en este callejón sin salida por una política económica totalmente contradictoria con el programa electoral de Syriza, ¿es un mensaje de que contra la troika no se puede?

 

 «¿Y los pobres sufren lo que deben?»

El Minotauro de Varoufakis es una Alemania con fobia al déficit, que engulle en su laberinto a todos los que no cumplen con sus acreedores. Insistiendo en que si «se levantó en la decada de 1950 para convertirse en una superpotencia», fue porque le condonaron la deuda. Mientras a Grecia «desde 2010, Alemania ha estado negándose en redondo a concederle esa condonación».

El autor relata la historia de un desencuentro para señalar que Grecia es un actor más de reparto en una crisis retrospectiva entre Estados Unidos y una Europa desquitada, que crea un Sistema Monetario al ser expulsada de la zona euro.

«Una vez en la zona euro, los Estados se habían metido en el «Hotel California», del que nunca te puedes marchar». Sólo tienes el euro. Imposible volver a tu moneda sin dejar el país sin valor y la economía arruinada.

El pequeño Yanis que escuchaba junto a sus padres la emisora internacional de la radio alemana escondida bajo una manta roja, para no ser delatados por un viejo vecino gruñón, se enfrentó años más tarde a los «nein» de la todopoderosa Angela Merkel.

Desde que desterró esa imagen idílica, tan sólo ve a Alemania como la culpable de todos los males de Grecia. Por haber «perdido la memoria» y haber rechazado evitar el desastre griego, «provocando que Europa apuntara contra sí misma».

En ningún momento, ahonda porqué el Estado griego llegó a tener una deuda de más de 300 mil millones de euros, como si ese endeudamiento sólo fuera la culpa de los demás. Con cierto cinismo concluye que el resultado es «una predecible crisis económica, y también la subida de los nazis de Amanecer Dorado».

La paradoja es que el primer acto de Tsipras fue llevar una corona de flores al monumento que conmemora la ejecución de patriotas griegos a manos de los nazis como un acto de desafío contra el resurgimiento del nazismo, y las medidas de ajustes que se han aprobado han contado con el apoyo de la extrema derecha nacionalista.

Para Varoufakis, Grecia soló tenía tres alternativas: «la muerte por los mil recortes de la austeridad, una salida letal del euro o una campaña de desobediencia […]. Defendí la tercera opción y en julio de 2015 dimití, cuando mi primer ministro aceptó la primera opción, creyendo que Bruselas estaba a punto de imponer a Grecia una salida forzosa».

Vista la tortuosa senda griega, ¿es todavía Tsipras un referente para Pablo Iglesias y Alberto Garzón? Desde luego, el sendero que ha tomado el líder de Syriza, alentado más de una vez por Iglesias, no sigue el patrón de cuando Grecia era el modelo a seguir y estaba en boca de todos. «2015 será el año del cambio en España y en Europa. Empezaremos en Grecia. Vamos Alexis!!», escribía el secretario general de Podemos dirigiéndose al máximo dirigente de la Coalición de la Izquierda Radical.

En su ensayo, Varoufakis también apuesta por la confluencia, como el pacto de IU y Podemos para ir juntos a las generales. El economista recomienda a los partidos de izquierdas europeos que se organicen para plantar cara a los designios de los hombres de negro.

El hombre que estuvo al frente de las Finanzas griegas firma un relato despiadado y cruel de una Europa sin unidad y sin alma. Obviando contar ninguna anécdota sustancial de los cinco meses que fue el interlocutor en las negociaciones que llevó a su Gobierno a estrellarse con la «Europa oficial», porque ese «thriller tendrá que esperar».

Durante la espera, recuerdo el almuerzo de Varoufakis, tan exclusivo y sano, tan de Vogue, que responde al titular del libro mostrándonos que los políticos realmente no sufren. Y parafraseando a Tucídides, los fuertes, en realidad, siguen haciendo lo que pueden. Algunas veces claudican por no pagar un precio o abandonan «sus principios más valiosos para mantenerse en sus cargos». Y los débiles, «los débiles sufren lo que deben».

 

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