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San Pedro Bueno, mártir

San Pedro Bueno, mártir
Marisa Gallero el

 

«Pedro Sánchez es capaz de quemar al Partido Socialista para salvar su cara», es la frase lapidaria de un dirigente socialista tras ver la entrevista con Jordi Évole en Salvados. A Sánchez le faltó regar la sede de Ferraz con gasolina, prender un mechero y salir con su Peugot de gira por los pueblos de España.

En su relato de todos contra mí, se erigió como Pedro El Bueno. Un nuevo héroe con «ganas, voluntad y fuerza para coger el timón del PSOE». Entre sus dardos se le olvidó la autocrítica, y creó un relato «ad hoc» ocultando la verdad, dejándose en el tintero parte de la historia que le estropearía el relato de mártir en manos de Felipe González, de Susana Díaz, de César Alierta, del Ibex 35 y del grupo Prisa.

«El adversario está encantado de comprar el relato de que es un golpe de la oligarquía. El pecado de Pedro Sánchez es que para mantenerse vivo ha quemado en una pira el pasado del PSOE y todo su poder territorial. Si fuera de nuevo secretario general, llevaría al PSOE a una guerra permanente. ¿Cesará a los seis presidentes autonómicos elegidos democráticamente por los ciudadanos? ¿Nombrará gestoras por toda España? Ha convertido en bandoleros y golpistas a los barones de su partido».

El único error que admitió -no, no fueron los desastrosos resultados electorales obtenidos bajo su mandato-, fue tachar a Podemos de populistas. «No sabía exactamente qué era Podemos. No supe entender la cantidad de gente que quiere renovar la política detrás de Pablo Iglesias». Nada que ver con la realidad, como recuerda uno de los dirigentes del PSOE que han votado «no» en la investidura de Mariano Rajoy.

«Pedro se cree que puede ser presidente. Llega a un acuerdo con Ciudadanos y se sienta a la mesa para negociar con Podemos, que le entrega un documento con veinte puntos. Errejón sostiene que se están planteando la abstención. Pero en menos de un día, Iglesias anuncia una consulta a sus bases dinamitando cualquier pacto. En ese momento se da cuenta de que sus expectativas son falsas y confiesa a sus más próximos: “Pablo me ha engañado”».

«El día después de las elecciones del 20D tendría que haber puesto al PP unas condiciones draconianas, si no se cumplen el problema hubiera sido del Partido Popular. Su carrera sin fondo le ha llevado a pisar el acelerador como en American Graffiti despeñándose él y al partido. Con la explosión, el fuego que ha encendido en la militancia sigue ardiendo, achicharrando a su vez a Susana».

En la novela de Unamuno, don Manuel no es creyente, pero actúa como si lo fuera y comunica al pueblo la fe que él no tiene. Es la misma paradoja de Sánchez, quiere liderar el PSOE, actúa como si quisiera regenerarlo, pero ha perdido la fe y está más cerca de Podemos. Bien podría agarrar el coche para emprender un viaje hacía las próximas primarias de la formación de Iglesias, quizá allí tenga más éxito. Aunque me recuerdan, «en este país no se vota a los que lloran».

 

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