Rita Barberá no dimite. «No he contribuido nunca a ningún blanqueo de dinero, ni he tenido el menor conocimiento de una caja B». Dice no saber siquiera «en calidad de qué» declarará voluntariamente, a pesar de que un juez de Valencia ha imputado al Partido Popular como persona jurídica por un presunto blanqueo de capitales del Ayuntamiento del que fue alcaldesa durante veinticuatro años.
«Se supone que yo tenía que ser como Dios, estar en todos los sitios y saber todo». Como Dios no sé, pero como la mujer del César, como escribía Plutarco, que no solo debe ser, sino también parecerlo, es lo que se le exige a un cargo público. No tanto por unos «pinchazos que utilizan el nombre de terceras personas», ni siquiera porque «es un poco ridículo pensar que un partido se financie con 1.000 euros», sino porque toda la cúpula de su formación está siendo investigada y aquí ni Dios asume responsabilidades.
«Pero quién te ha dado a ti eso, ¿Rita? –pregunta el hijo a María José Alcón–». «Rita, sí –contesta ella–». «¿Y cuántos billetes de 500 tienen ellos? –insiste–». A lo que la concejala valenciana responde con naturalidad: «¡Ah! ¡Yo que sé, cariño! Si como tú me dijiste una vez, y tienes más razón que un santo, en este país lo único que funciona es la corrupción».
Y si no es Dios, uno de sus grandes pilares es Mariano Rajoy, que le sigue apoyando, como es su costumbre, más «tranquilo» porque siempre están «a lo que digan los tribunales». En contra de la voz de los regeneracionistas, que consideran «insuficientes» las explicaciones de Barberá, y pide una «purga» para limpiar el partido, antes de que sea demasiado tarde.
«No me ha gustado nada», contestó Javier Maroto, sin poder reaccionar más allá en su discrepancia. Pablo Casado calificó a cara descubierta de «insuficientes» las explicaciones. Al igual que tampoco es suficiente el expediente informativo, que no disciplinario, del Comité de Derechos y Garantías. En una situación de crisis se necesitan medidas más contundentes.
Rita, que hace gala el nombre de su santa, y «que lo que se da, no se quita», mantendrá el blindaje en el Senado, y su puesto en la Diputación Permantente de la Cámara, para seguir así aforada. «Está más claro que el agua», respondió cuando le preguntaron porqué no entregaba el acta. Convirtiéndose así en un obstáculo cuando las negociaciones para formar un pacto de Gobierno están estancadas y dirigentes del PP urgen a a su líder que deje atrás la inacción y tome de una vez la iniciativa.
Al otro lado del espejo, al PSOE le asoma la cara de José Ramón Gómez Besteiro, atrincherado en el Partido Socialista gallego. Dando Pedro Sánchez las mismas explicaciones que el partido en funciones, al no asumir ninguna responsabilidad política: «Confío en su inocencia». Con B de Besteiro, con B de Barberá.
Aquí todos podemos confiar, sin olvidar que los ciudadanos exigen ya una actuación más firme. ¿O todavía nadie ha entendido el resultado de las urnas que nos tiene sin Gobierno?
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