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¿Por qué lo llaman abuso cuando quieren decir violación?

¿Por qué lo llaman abuso cuando quieren decir violación?
Marisa Gallero el

 

Son las 2:57 de la mañana. Te has quedado sola. Quieres volver al coche a descansar hasta los encierros del día siguiente. Y unos tipos se ofrecen a acompañarte. En menos de 37 minutos tu vida va a dar un vuelco que nunca olvidaras. La Audiencia de Navarra le ha puesto precio. Cuesta 50.000 euros una violación en grupo.

Cinco tipos te meten en un portal y te dicen: «Calla».

Te ves en un sitio pequeño, angosto, con una única salida, rodeada de cinco tíos mayores que tú. Fuertes. Es imposible huir. No eres capaz de reaccionar. Te tiran al suelo. Te desabrochan el sujetador. Y el jersey que tienes atado a la cintura. Te angustias. Y lo siguiente que tienes es una polla en la boca mientras te quitan los leggins y el tanga. Cierras los ojos. No te puedes creer lo que te está pasando. Ni puedes gritar. Cada segundo la angustia te sale por cada poro mientras te follan sin pudor. Con jactancia. Da igual por donde. Sin preservativo. Corriéndose dentro de ti. Gritas de dolor. Agazapada. Acorralada contra la pared. Te has convertido en un objeto. Son 18 minutos largos de tortura y terror.

Y te graban. Es su película porno casera. En menos de una hora han conseguido su hazaña. «Follándonos los cinco a una… Vaya puto desfase». Era ni más ni menos el plan que traían entre manos para las fiestas: «Quillo, en verdad follarnos a una buena gorda entre los cinco en San Fermín sería apoteósico». Su propio encierro. Era una forma de actuar. No son lobos, son depredadores sexuales de la peor calaña. Unos carroñeros cobardes que actúan en grupo.

Y te roban. Un agente de la Guardia Civil. Sabiendo lo que hace. Dejándote indefensa en una ciudad que no es la tuya. Sin móvil. Sin nada.

No paras de llorar. Desconsolada. Nerviosa. Angustiada. Hasta tal punto que te agarras fuerte del brazo de una agente insistiéndole que no te deje sola porque tienes mucho miedo.

No te contradices ni te desdices. Has contado siempre una única versión. La verdad.

¿No hubo violencia? ¿Ni intimidación? La verdadera justicia es la que dicta los tribunales, pero el voto particular del magistrado Ricardo Javier González es un insulto a las leyes describiendo los hechos con «jolgorio y regocijo».

Aviso a todas. Entrar sin querer en un portal significa para la justicia española que tú eres la responsable de lo que te pase.

Esta sentencia relata paso por paso una agresión sexual en grupo sin que aparezca en ningún momento la palabra violación. En lenguaje jurídico: «Las prácticas sexuales se realizaron sin la aquiescencia de la denunciante». En nuestro lenguaje: No hubo consentimiento. Y la RAE lo dice claro: Tener acceso carnal con alguien en contra de su voluntad se llama violar.

Cada párrafo es un puñetazo directo al estómago. ¿Por qué no se llaman las cosas por su nombre? ¿Por qué lo llaman abuso cuando quieren decir violación? Tras el relato espeluznante que realiza el auto, ¿alguien duda de que a C. la violaron en grupo? Si el Código Penal no es preciso en este asunto es hora de reformarlo urgentemente. Porque la lectura es estremecedora. Si no te resistes, no hay violación. Si te resistes, quizás no puedas contarlo.

Este grito se tiene que expandir hasta cambiar la justicia. «Es violación, no es abuso».

 

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