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El funcionario Soria

El funcionario Soria
Marisa Gallero el

 

Al igual que «el meridiano de Greenwich pasaba por Canarias» para José Manuel Soria, su promoción al Banco Mundial es una obviedad para Mariano Rajoy, porque «ya se fue de la política y es un funcionario que se ha presentado a un concurso».

Rebajar al exministro de Industria a la categoría de funcionario en un principio no chirría, si no fuera porque en el mes de abril tuvo que dimitir por mentir en el escándalo de los papeles de Panamá por su relación con empresas radicadas en paraísos fiscales, y que en ese cargo de funcionario cobrará al año unos 226.000 euros libres de impuestos.

No se puede hablar de regeneración política, de transparencia, y luego excusarse en que es un movimiento «legal», cuando el nombramiento estalla justo tras la derrota en la investidura. Como si el Pacto Anticorrupción con Ciudadanos, que no debería de ser de «quince minutos», se hubiera agotado al finalizar la votación.

Y trae un ruido de fondo que se va incrementando por horas. Un sonido imperceptible que lentamente pervierte aún más la realidad política. Desde que Rajoy se presentó sin ninguna fisura en el Comité Ejecutivo Nacional del sábado, consiguiendo un apoyo unánime entre sus filas y que nadie dentro del PP le pusiera precio a su cabeza, las voces críticas han aumentado.

La decisión incendiaria de nombrar a Soria abrió un resquicio en el frente popular por el que se coló la perplejidad y la «vergüenza ajena», como escribía Rosa Valdeón, vicepresidenta y portavoz de la Junta de Castilla y León, que hoy ha sugerido que «lo lógico es dar marcha atrás».

No ha sido la única. Cristina Cifuentes también ha dado su opinión personal, de que «ese nombramiento no se debería haber llevado a cabo». Y el presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijóo, ya en campaña, ha cuestionado la «oportunidad», no la «legalidad», porque Soria ni está procesado ni imputado. «A veces puedes tener razón pero miras atrás y la gente no te sigue. Y cuando la gente no te sigue hay que dar explicaciones».

Aunque para Rajoy «si un funcionario no puede ser funcionario, ¿entonces esto qué es?», la respuesta en estos momentos de incertidumbre, con unas terceras elecciones a la vista, es una puerta giratoria como una casa, como si el PP nunca supiera medir los tiempos.

Si no ve que el camino de Soria al Banco Mundial es una piedra más, de las muchas con las que ha tropezado, y que todavía necesita convencer a 39 diputados para formar Gobierno, vive en una realidad paralela, muy cercana a ese meridiano de Greenwich, que pasaba por Canarias.

 

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