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La familia Pujol

La familia Pujol
Marisa Gallero el

El lunes 15 de septiembre de 2014 por la tarde estaba junto a Victoria Álvarez en El Bulevar de Alonso Martínez pendiente de la salida de su ex pareja de la Audiencia Nacional. Jordi Pujol Ferrusola declaraba ante el juez Pablo Ruz para responder por delito fiscal y blanqueo de capitales.

Tras cinco horas de interrogatorio abandonaba el tribunal en un taxi sin que la Fiscalía ni la Abogacía del Estado hubiera fijado fianza ni ninguna medida cautelar a pesar de mover más de 32 millones de euros en trece países, entre ellos paraísos fiscales como Andorra y Panamá.

«Cuando a Jordi le interrogan si era verdad que movía esas cantidades indecentes de dinero en efectivo, lo niega. No habían pasado ni 24 horas cuando ya había vaciado sus cuentas para transferir todo el dinero a México. La policía se subía por las paredes sin entender nada».

Por entonces ya se conocía que al que llamaban «Molt Honorable» se le olvidó, un día tras otro, y así durante treinta años, regularizar el dinero que tenía oculto en Suiza, fruto de la herencia de su padre, y que su primogénito multiplicó gracias a sus inversiones, como si fuera el cuento de la lechera, hasta los 3,4 millones de euros.

Casi un año y medio después, con los mismos mimbres, por fin el fiscal ha pedido la retirada de pasaporte para «Junior» y le exige comparecer cada semana, al considerar que existe riesgo de destrucción de pruebas y que formó parte de una «organización criminal», todo el clan Pujol, su familia.

«Si el magistrado Pablo Ruz junto a la Fiscalía hubieran mandado entonces un simple registro, jamás hubiéramos asistido al espectáculo dantesco que la familia Pujol ha ofrecido –explica Victoria–. No es un buen trago saber que desde que declaré en el año 2012, Ruz les prestó el tiempo que necesitaban para destruir pruebas que incriminaban a algún que otro expresidente. Eso me ha costado mi vida, mi trabajo y estar en una situación complicada».

Pujol Ferrusola está en el punto de mira desde que su exnovia fue animada por agentes de seguridad del Estado a denunciar al hijo mayor del expresidente de la Generalitat. Si se negaba, sería acusada de cómplice: «Tarde o temprano va a salir. Te convendría hablar». Fue cuando contó que acompañó al hijo de Pujol en viajes de negocios –Argentina, México, Reino Unido y en diez ocasiones a Andorra– hasta que vio en el maletero del coche una mochila repleta de billetes de 500 euros.

Ahora Ferrusola ha declarado de forma voluntaria ante el juez José de la Mata negando el cobro de comisiones ilegales a cambio de su intermediación en la adjudicación de contratos públicos. También que fuera un títere en manos de su padre. «Estaba al margen de mis negocios».

Para no saber nada Pujol, su firma era la única autorizada en la cuenta que se abrió en Andorra con 307 millones de pesetas. «Soy consciente de lo que represento para Cataluña», eran las palabras del exhonorable un día antes, excusándose en una nueva modalidad, el «miedo político», para no regularizar los fondos ante Hacienda.

Victoria Álvarez va más allá en el análisis: «Un día le pregunté a Jordi si era consciente de que lo que defendía, en cuanto a la independencia, que sería la ruina de Cataluña, y por supuesto que lo sabe toda la familia… Pero es fácil hacerse con un país arruinado y sus infraestructuras. Cada cual que saque sus conclusiones, sobre todo de quién es el verdadero tesorero de Convergència. Y no olvidemos con quién estaba reunido el día que estaban registrando la sede del partido que fundó y su chulería en el Parlament: “Sí, me he reunido con Jordi Pujol varias veces. Y pienso seguir viéndole… ¿Y qué?”».

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