Beatriz de York, la hija mayor del príncipe Andres y Sarah Ferguson, se ha casado este pasado 17 de julio con su prometido, Edoardo Mapelli Mozzi. Tras meses de cambios de fecha y lugar, de espera y confusión al respecto, ha decidido reducir el evento debido al coronavirus.
Si bien la boda inicialmente estaba prevista en la Capilla Real del Palacio de Saint James el 29 de mayo, ha tenido lugar casi dos meses después en la Capilla Real de Todos los Santos del Royal Lodge de Windsor.
Pero estos son los 5 gestos con los que la Reina Isabel ha premiado la paciencia, la incertidumbre y la desilusión de su nieta durante estos meses, para conseguir que su boda sea más “royal” que la de Kate y Guillermo, la de Meghan y Harry e incluso que la de su hermana Eugenia y Jack Brooksbank.
1. La ceremonia, íntima y privada, contó con la asistencia de la Reina Isabel y Felipe de Edimburgo. Todo un detalle que le otorgó gran importancia, especialmente teniendo en cuenta que en estas fechas post coronavirus se desaconseja la participación de personas mayores en reuniones familiares de cierto tamaño.
2. Ha sido la mismísima Reina Isabel la que ha anunciado por sorpresa el enlace. Varias horas más tarde de la ceremonia, Isabel II nombró Caballero – también en Windsor- a Tom Moore, un capitán de 100 años que ha conseguido recaudar millones de dólares para paliar los efectos el coronavirus. La Reina le desveló durante su saludo: “Esta mañana se ha casado mi nieta y ha sido todo muy bonito”. Sabía la Reina que sus palabras correrían como la pólvora y así ha sido. Pero todo muy “como quien no quiere la cosa”. Imposible mejorar esa “nota de prensa” personal de Isabel II.
3. Se ha escogido al florista “Real”. Las fotografías del enlace, escogidas por la familia, se han distribuido a los medios. Excelente manera de comunicar la ceremonia y elegir solo las mejores imágenes. En ellas se aprecia la preciosa decoración floral de la capilla de Windsor, con la puerta cuajada de flores por completo. El trabajo se encargó a Rob Van Helden Floral Design, uno de los floristas clásicos más reputados de Londres, con talleres centrales en Clapham.
RVH, el florista, es un holandés que lleva instalado en Londres unos 28 años y ha sido el responsable de eventos y ceremonias de la familia real y el mundo del cine, desde la boda de Peter Phillips y Autumn, hasta múltiples actos organizados por la Reina o las reuniones familiares de Pierce Brosnan, entre otros actores y personalidades. En nuestra opinión se trata de un profesional excelente, con un toque algo cursi. Muy a la inglesa, yes. La puerta de La capilla de Windsor ideada para Beatriz, sin embargo, ha sido estelar y un elemento imprescindible para contrarrestar la ausencia de boato en la boda. En las bodas de Meghan Markle y de Kate Middleton, los floristas no eran tan conocidos ni eran proveedores oficiales de la Casa Real. Fueron Philippa Craddock en la boda de los Sussex y Shane Connolly en la de los Cambridge, aunque este último trabajó con la florista de la empresa de “los Middleton”, Emma Sampson.
4. El vestido, un modelo vintage de la Reina Isabel. El vestido marfil que llevaba la novia era curiosamente un modelo antiguo de la propia Reina Isabel, toda una declaración de intenciones de una abuela que siempre ha preferido a su hijo Andrés, padre de la novia. Se trataba de un vestido elaborado por Norman Hartnell, como tantos otros en los primeros años de reinado de Isabel II. Hartnell siempre supo dar un toque majestuoso y clásico a sus prendas ideadas para la Reina y -tras algunas actualizaciones menores- el atuendo ha quedado impecable en Beatrice. Una deferencia evidente con la que Isabel II ha querido mostrar su cercanía con ella.
La Reina lo lució en la apertura del Parlamento en 1966 y ahora su modista de cámara, Angela Kelly , lo ha retocado añadiéndole pequeñas mangas de organza que iban perfectas con el exquisito vestido en tafetán con corpiño y pedrería hasta la cintura.
5. La princesa coronó su cabeza con la tiara Fringe, una de las joyas favoritas de la Reina. La Fringe es además una de las joyas más valiosas del mundo. Se creó en 1830 aunque se adaptó más tarde para la Reina Mary en 1919. En 1947, la reina Isabel Se la cedió a su hija, la actual Isabel II, con motivo de su boda con Felipe de Edimburgo. La Reina Madre, que no se llevaba bien con su suegra, la Reina Mary, probablemente prefirió quedar bien y quitarse de en medio la pieza.
Parece ser que el día de la boda de Isabel II la tiara se rompió, aunque se arregló justo minutos antes de la ceremonia. La Reina prestó la tiara a la princesa Ana en e día de su boda con Mark Phillips, en 1973. Desde entonces, solo la Reina Isabel la ha llevado.