Verano con B.B. en la Casa Malaparte. 1963. Brigitte Bardot, en albornoz y bustiers, posaba con naturalidad durante el rodaje de la película “El desprecio”, bajo la batuta de Jean-Luc Godard, en la curiosa casa de Curzio Malaparte en Capri.
El edificio, una obra arquitectónica de 1937 ideada inicialmente por el arquitecto racionalista Adalberto Libera, la acabó el propio escritor, Malaparte, que dirigió a un equipo de albañiles para rematar con austeridad y sencillez esta casa situada en uno de los acantilados más bellos de Italia, frente al Golfo de Salerno.
La película y los volúmenes sencillos pero exagerados de la Casa Malaparte, han marcado la colección que Lacoste presentó ayer en la Semana de la Moda de Nueva York.
Con esta sugerente idea in mente, Felipe Oliveira Baptista ha desarrollado la colección de la casa francesa para la primavera del 2017. Capri representa casi mejor que ningún sitio, el verano. Y la casa de Curzio Malaparte, su interpretación más peculiar. Su impresionante terraza solárium y los cortados de más de 30 metros conforman el moderno y a la vez austero escenario que inspira una colección sensual y elegante, pero relajada. Con la idea de “un partido de tenis en Casa Malaparte”, Oliveira Baptista muestra una selección de prendas que va desde amplios chandals en azul marino con raya lateral blanca, hasta faldas blancas con vuelo o sudaderas con capucha de corte deportivo.
Los albornoces en tela de toalla que la Bardot paseaba en el film “Le mépris” que la actriz protagonizó junto Michel Piccoli – basado en la novela de Alberto Moravia- se retoman en forma y fondo. Se trata de una colección de prendas cómodas, cortes de albornoz, colores rotundos y tela de toalla, que se atan con improvisados cinturones. Los materiales como el pvc semitransparente en colores ácidos se combinan en chaquetas, capas y gabardinas de distinto largo, dejando ver las prendas que se llevan debajo.
Las parkas y abrigos en “hule” blanco o verde con capuchas de algodón -para ellas y ellos- y los vestidos con rayas marineras de corte camiseta, se alternaron en la pasarela, combinados solamente con sencillos accesorios. Los bolsos, llevados a la espalda, eran sencillos modelos tipo mochila de varios tamaños, en lona barnizada de distintos colores.
Quizás los accesorios más peculiares y atractivos fuesen los zuecos en cuero de distintos tonos, abiertos por delante y con una gigante plataforma en madera. Estaban inspirados en el sencillo y a la vez rompedor mobiliario brasileño de los años 50. Los demás atuendos, se combinaban con zapatillas de deporte sin anudar blancas, en ocasiones hasta el tobillo.
Las prendas reversibles, los logotipos en relieve y las mangas retráctiles estaban entre las curiosidades de la colección. Algunos tejidos de algodón, se presentaban descoloridos como si el efecto del sol les hubiera minado prestancia, mostrando una elegancia “involuntaria” casi monacal. Felipe Oliveira Baptista reinventa con sencillez y prendas poco habituales, el estilo veraniego francés de una casa que representa el sport chic sin excesos.
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