Dior ha financiado la restauración de la Villa de Maria Antonieta en Versalles, si bien no deja de ser el quinto en realizar la labor. Y es que el Petit Trianon siempre ha sido motivo de gran curiosidad.
Lo que se concibió como la casa palacete de Madame Pompadour, la favorita de Luís XV, se convirtió durante el reinado de Luís XVI en la casa de su polémica, atrevida, fashionista y fiestera esposa, la austríaca Maria Antonieta, que buscaba sentirse bien en un país que nunca la recibió bien del todo, a veces por vilipendiarla y otras por admirar y envidiar su estilo.
Le Petit Trianon, para aquellos que han leído estos días que se trata de un conjunto de casas de estilo campestre, es un pequeño palacete con el mismo estilo que Versalles, formal y majestuoso, si bien de reducidas dimensiones. Cuando Maria Antonieta vio la posibilidad de convertirlo en su “zona”, Luís XVI se ocupó, entonces sí, de crear junto a el, una especie de “parque temático rural” para su esposa que se llamó la “Aldea de la Reina”, constituido por un lago, dependencias campestres y unas 12 edificaciones rurales.
Fue entonces cuando se construyeron templetes, palomares, pequeñas casas rurales de estilo normando y todo un conjunto de construcciones alrededor de un lago de pequeñas dimensiones que se llamó “la aldea de la Reina”. El espacio se convirtió así en “zona de juegos” de María Antonieta, que vivía rodeada de sus “agradadores” y damas de compañía, creando un mundo alternativo para si.
Tras la Revolución Francesa, Maria Antonieta tuvo que salir de allí con urgencia y el espacio no se volvió a utilizar durante un tiempo, siendo arrasado en parte por las revueltas populares.
Con la llegada de Napoleón al poder, volvieron a la actualidad todas las antiguas usanzas de los reyes franceses. El castillo fue amueblado entonces por Paulina Borghese, hermana de Napoleón, y fue ocupado por el duque de Orleans, hijo mayor del rey Luis Felipe.
Tras dar por concluido su extraño matrimonio con Josefina, Napoleón se casó con Maria Luisa de Austria, sobrina de María Antonieta, quien eligió de nuevo el Petit Trianon como su residencia privada y volvió a redecorarlo.
Para ello, fue necesaria una primera restauración. Fue Napoleón el primero en restablecer el palacete y las dependencias anexas en 1812, tarea en la que se ocuparon dos años. El mobiliario actual de Le Petit Trianon es del estilo de la época de Napoleón y María Luisa y solo queda alguna pieza de épocas previas, recuperada en subastas varias en Francia.
En los años 30 del siglo XX, John Rockefeller, interesado en el palacete, financia la recuperación del edificio principal – de nuevo- del Petit Trianon y reconfigura -para queja de muchos- los jardines y casitas de alrededor del lago.
Tras la Segunda Guerra Mundial, en una Francia devastada por la ocupación alemana, De Gaulle vuelve la mirada a Versalles y – de nuevo- al estado precario del Petit Trianon, ocupándose de la restauración del mismo como parte de la recuperación del “orgullo francés”.
Por si fuera poco, en 2008, la marca relojera Breguet, que presume de haber sido proveedor oficial de Maria Antonieta, dedicó 8 millones de euros a restaurar Le Petit Trianon, con la aprobación y el apoyo de la entonces ministra de Cultura francesa, Christine Albanel. 250 artesanos trabajaron las paredes, pusieron electricidad escondida bajo los suelos y dejaron Le Petit Trianon en perfecto estado de revista, si bien nos preguntamos cuánto del lugar inicial quedará con tanta reforma. Breguet incluso produjo un video con el festejo de la inauguración, que contó hasta con fuegos artificiales.
Video de Breguet
Pero como los franceses le sacan partido a todo y -como dijo Napoleón- «la victoria tiene cien padres y la derrota es huérfana», ahora es Dior quien firma una nueva renovación de Le Petit Trianon. Esta loable acción, beneficiosa para la empresa pero también para el Patrimonio francés, se ha centrado más en “la Aldea de la Reina”, entorno al lago artificial, y en sus casitas de adobe a imagen y semejanza de las granjas normandas de la zona de Caux.
La casita de la Reina en esta aldea de cartón piedra, comprendía dos edificios unidos por una galería, con un comedor, un salón de juegos, una sala de billar y un apartamento. Ha sido esta zona el objeto primordial de la reforma de Dior.
El resto de la Aldea de la Reina, sigue incluyendo el molino de agua, un teatro, el palomar, el tocador de la Reina, la granja -donde Maria Antonieta alimentaba a sus ovejas y gallinas- y el mirador.
En esta ocasión, los interiores, que pese a exteriores más sencillos en el caso de las casitas de la “Aldea” de juegos de la Reina eran tan opulentos como los del Versalles principal, Dior ha restaurado las dependencias con originales y réplicas de mobiliario de la época de María Antonieta. La iniciativa privada que beneficia al conjunto de la sociedad, siempre es loable. Y rentable.
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