Diesel quiere rivalizar con los grandes grupos franceses
John Galliano, el creador más romántico, explosivo y teatral del globo, parado desde que en Dior prescindieran de sus servicios por sus insultos antisemitas, vuelve a la carga de la mano del grupo Diesel.
Apuesta por él un hombre valiente y con recursos, Renzo Rosso, propietario del grupo OTB (Only the Brave) que lidera la rentable marca de vaqueros Diesel. Han hecho caja suficiente como para comprar marcas algo marginales pero deliciosas, como Viktor & Rolf, Marni o Martin Margiela.
A partir de ahora, Galliano liderará el equipo creativo de la Maison Margiela, donde se espera que se estrene con la colección de alta costura de enero en París. Renzo Rosso en realidad no tiene nada que perder con la apuesta por Galliano, ya que la casa Margiela se ha ido marchitando poco a poco desde que la compró y especialmente, desde la retirada total del propio Martin Margiela en 2009.
Insuflar a la casa Margiela un personaje como John Galliano es manufacturar una bomba de relojería. Pero a una “casa muerta”, el electroshock es lo único que puede salvarla. Galliano es genial, creará show, dará que hablar y producirá colecciones inolvidables. Además, tiene de madrina a la poderosa Anna Wintour.
Pero no hay nadie más distinto que Margiela y Galliano. Siendo los dos de edades parecidas y de origen mediterráneo – Margiela parte italiano y Galliano de padres españoles de La Línea de la Concepción- son la noche y el día. Margiela, prudente, racionalista, minimalista, intelectual, tímido hasta el extremo e incluso invisible en su propia marca y sus desfiles. Galliano ruidoso, creído, escandaloso, exagerado, maximalista y exhibicionista: pero genial.
Hotel Maison Champs Elysées en París, decorado por Margiela.
Tras tres años de retiro involuntario, John Galliano ha tenido oportunidades frustradas de volver a la industria de la moda. Oscar de la Renta le dejó crear una colección con él en 2013. Pero John es mucho John y no han podido con él, con sus peticiones y su individualismo.
Probablemente un creador irreverente y carismático como Galliano, devolverá el esplendor y la atención mediática a la casa Margiela, si bien no creemos que respete todos los “códigos” del fundador belga: le sería imposible. Y sería una pena desaprovechar el raudal de talento de Galliano.
John Galliano se encontrará ahora con la alternativa de preservar o cambiar los extraños y curiosos desfiles de la Casa Margiela, sus frías e intelectuales tiendas o su centro creativo, un antiguo convento de París donde viejas cajas de supermercados antiguos conviven con un equipo humano vestido con batas blancas de laboratorio. ¿Qué inventará ahora el más díscolo de la moda mundial, el sorprendente creador, la noria emocional del Campo de Gibraltar? Se dice, se comenta, se sospecha, que le tira los tejos a su antiguo “señorito”, Bernard Arnault, consejero delegado del grupo LVMH. La gran dificultad es que el director de Dior sigue siendo el judío sefardita Sydney Toledano, y los insultos no se olvidan tan pronto.
EconomíaEstiloModaOtros temasViajes