Los preciosos zapatos cerrados de tacón con tira lateral sobre el empeine que ahora llamamos Merceditas, nacieron como calzado de baile en el siglo XIX. Aunque uno de sus impulsores fue el dandy británico George Brummel, su uso para el flamenco les ha dado vida y protagoniza aún su historia.
Lo que en la corte del rey Jorge IV de Inglaterra se convirtió en el modelo de zapato tipo “pump” – o zapatos tipo salón en nuestro idioma – era un cómodo calzado de charol con punta redondeada, tacón medio, lacito y una banda sobre el empeine que evitaba que se saliesen durante los grandes bailes que este monarca organizaba.
En España, las bailaoras de flamenco los adoptaron pronto como suyos por poderse modificar la suela de su tacón con clavos metálicos para amplificar el sonido de su taconeo y por permitir plenitud de movimientos sin riesgo de perderlos: cualquier patá a la bata de cola o cualquier pataíta en la entonces incipiente bulería jerezana, podía si no suponer la pérdida repentina del calzado.
En los patios de vecinos de la Andalucía de Alfonso XII se le otorgó el nombre a este calzado, ya que la enamorada del rey – y más tarde esposa-, su prima María de las Mercedes de Orleans, se la llamaba cariñosamente Merceditas, por ser joven y considerársela andaluza, ya que pasó la mayor parte de su vida en Sevilla.
En Estados Unidos se popularizaron a principios del siglo XX, siendo el calzado de elección de las protagonistas de muchas películas y comics, entre otros el de “ Buster y Mary Jane”; Y “Mary Jane” fue el nombre que se le dio a las Merceditas españolas en norteamérica.
En los años 30 y 40, las utilizaron niños, niñas y señoras en los países occidentales y en los 70 perdieron vigencia aunque en los 70 perdieron vigencia. Pero en el siglo XXI, han vuelto como calzado de niñas, de góticas y lolitas.
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