El famoso cambio de guardia es muy reconocible por los altísimos sombreros negros de la Guardia Galesa. Inicialmente se usaron modelos parecidos en Francia, Bélgica, Holanda, Canadá y otros países occidentales, si bien habitualmente se realizaban en otros materiales. Las tropas de Napoleón llevaban una versión más ligera, por ejemplo. Y en España se llamaron “morriones” y se realizaban en metal o cuero siglos antes de la llegada de Napoleón al poder en Francia.
Durante el siglo XVIII los guardias granaderos de varios países adoptaron este tocado, aunque entonces estaba hecho en tela, cuero o metal. Por una parte les hacía parecer más altos y por otra, les era útil al lanzar granadas al enemigo, ya que no molestaban ni alas anchas ni adornos.
En la Primera Guerra Mundial, bombas y armas que se podían utilizar desde lejos, cambiaron las necesidades de la guardia, privilegiándose los uniformes con colores similares a la tierra y los cascos discretos y cómodos. Se evitaron los pantalones blancos y rojos, muy llamativos y fáciles de manchar.
Desde ese momento, los morriones se convirtieron en un accesorio para desfiles y actos oficiales. Actualmente, el Ejército Británico solo compra unos 100 sombreros al año para sustituir aquellos estropeados. Lo que significa toda una afrenta ante los grupos de protección de animales.
Pero aunque los británicos a buen seguro buscan ya otra solución, la realidad es que las pieles de oso vienen de los esquimales canadienses, que están autorizados a cazar un cupo de miles de osos cada año sin que ello diezme la población de plantígrados en su país. Los esquimales matan a los osos para comer su carne, con lo cual, aunque los sombreros de la Guardia Británica se hiciesen por ejemplo de pelo de poliéster (aún peor para el medio ambiente) los osos se seguirían cazando en Canadá, donde abundan y se controlan con cuotas.