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Blogs La capilla de San Álvaro por Luis Miranda

Extirpar tabúes, reformar la casa

La carrera oficial y la Semana Santa a lo mejor precisan cirugía mayor, valentía pedir para modificaciones y grandeza para afrontarlas

Extirpar tabúes, reformar la casa
La Virgen del Dulce nombre, en su paso de palio. FOTO. RAFAEL CARMONA
Luis Miranda el

Se ha terminado el tiempo de las aspirinas, del paracetamol y de la copa de Soberano para entonarse. A la vista de que la situación no mejoraba, la Vera-Cruz ha pedido hora para meter a la Semana Santa en el quirófano y cambiarse de día. Lo que no vieron un par de generaciones de cofrades más que con las idas y venidas de la Madrugada lo conocen ya los que ni se acuerdan de Las Tendillas: una cofradía ha cambiado su día de la Semana Santa para acomodarse mejor en horarios y recorridos. Por sorpresa, en noviembre y con un crucigrama complejo de capataces y bandas, para los que piensan que es lo imprescindible, pero también con la valentía del que reconoce que a partir de cierto momento no hay más solución, aunque los bisturíes, la anestesia y las quirófanos siempre tengan riesgo.
La decisión de la Agrupación de Cofradías de aprobar su cambio de jornada parece solucionar el problema que se había creado en el Lunes Santo por el encaje natural en las primeras horas de la tarde del Domingo de Ramos, y puede que lo sea si se afina un poquito mejor, pero tiene más calado porque extirpa un tabú y hace caer a todo el mundo en que se puede cambiar de día para mejorar y no pasa nada. La jornada puede ser parte de la identidad y el patrimonio inmaterial de la una hermandad, desde luego, pero no hay que olvidar que en estos tiempos se asigna por huecos y cálculos, y por eso mismo se puede modificar.
Con apenas cinco años efectivos en la carrera oficial de la Catedral no es exagerado decir que las cofradías están recién mudadas a una casa nueva y todavía tienen que hacerse a sus habitaciones, pasillos, distribución y balcones. Hay quien echa de menos lo de Claudio Marcelo y Las Tendillas porque estaban más cómodos ellos, no los demás, y hay quien regresaría por el puro inmovilismo de no entender lo que se hace en el bosque de columnas. A muchos las parece evidente que todavía hay que buscar la forma de que todo el mundo esté bien.
Los dos recortes a Magistral González Francés, hasta que dejaron el palquillo de salida en la puerta de Santa Catalina, fueron las primeras reformas para acomodar a todo el mundo, pero esta carrera oficial deseada y monumental y esta Semana Santa a lo mejor precisan cirugía mayor, valentía pedir para modificaciones y grandeza para afrontarlas. No porque la casa a la que se mudó todo el mundo sea mala, que no hay que modificarla, sino porque hay que acomodar a los que están y a los que tienen que venir, y la mejor estrategia no será tener miedo a tirar paredes, trazar planos para una distribución mejor, cambiar muebles de lugar, abrir ventanas donde no las había y cegar otras. Cuando de aquí a no demasiado pueden venir la venia 45 cofradías o más y alguien caiga en la cuenta de que hay una tarde en barbecho será bueno tener a cirujanos de mano firme, pacientes que no quieran saber más que el médico y arquitectos con buenos planos en la mano para solucionarlo todo rápido.

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