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Blogs La capilla de San Álvaro por Luis Miranda

Cabildo de aguas

Hay reuniones que son como palabras encadenadas: terminan para emplazar a otras al cabo de un tiempo

Cabildo de aguas
Jesús Caído y Nuestra Señora del Mayor Dolor en su Soledad, tras suspender su estación de penitencia el Jueves Santo de 2019. FOTO: ÁLVARO CARMONA
Luis Miranda el

Más de una vez los cabildos de aguas se han reunido mientras en la ventana repiqueteaban las gotas de una lluvia que no había parado en todo el día. Por allí se veía el cielo gris, en la calle no había más que charcos y unos cuantos paraguas y en la Junta de Gobierno siempre había algún cachondo que hacía el chiste cuando otro llamaba a Meteorología. «¿Qué pasa, que va a escampar ahora? ¿Le digo al capataz que vaya metiendo a la gente?». Los peores cabildos de aguas son los que se hacen mirando al cielo que alterna nubarrones y jirones de azul. A lo mejor llueve, pero a lo mejor no, como aquel último Jueves Santo en que todo el mundo se quedó en casa y los paraguas de los que buscaban cofradías volvieron secos.Los días de agua segura no lloran más que los adictos a los telefilmes de sobremesa.

El cabildo de aguas no es más que un trámite solemne, porque la Junta de Gobierno también tiene que decidir salir cuando no hay una nube en el horizonte, y en este tiempo hay reuniones y reuniones que son como palabras encadenadas: terminan para emplazar otras al cabo de un tiempo y ninguna parece llevar a ninguna parte. Como en esos días en que el aire es una cortina húmeda, la decisión está más que tomada y el pronóstico hasta se quedará corto. No habrá procesiones de Semana Santa en Córdoba en 2021 como no habrá en ninguna parte. Con la cachaza que el Gobierno tiene para repartir vacunas no parece que el Domingo de Ramos vaya a estar inmunizado ni el 11 por ciento de la población que preveían y algún agorero ya estará temiendo que en 2022 tampoco se toque ni un martillo.

España es un país de reuniones estériles y de comidas de trabajo en que se habla más de fútbol, y aunque a todo el mundo le gusta sentarse con gente importante y fotografiarse al lado de banderas oficiales en los despachos impolutos del poder, hay que recordar de vez en cuando que el Covid-19 impedirá las procesiones pero no detiene los relojes. La Semana Santa ya espera como un desafío que esta vez hay que llenar con algo más que ofrendas a las puertas de templos cerrados, y aquí no habrá un Fernando Simón para decir que a lo sumo iban a suspender dos o tres cofradías.

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