ABC
| Registro
ABCABC de SevillaLa Voz de CádizABC
Blogs La capilla de San Álvaro por Luis Miranda

El espejismo de los carteles

Con el placer de que lo retrate quien pintó a la Macarena, parece que uno se quiere ver como siempre quiso ser y en el fondo no es

El espejismo de los carteles
Presentación del cartel de la Semana Santa de Córdoba 2022. FOTO: ÁLVARO CARMONA
Luis Miranda el

Al Salón Cofrade, que era aquella como salida extraordinaria sin imágenes en la calle que se hacía en otoño en el ya caducado recinto ferial de San Carlos, vino una vez el capataz sevillano Ismael Vargas para hacer una igualá de mentirijillas. Desde luego que no había trabajaderas ni acaso listeros, pero José Prieto, que andaba cubriendo la cosa, me contó que entre los chavales de Córdoba que participaron reinaba el entusiasmo de un espejismo. La mayoría se pensaban que de allí iban a salir con un puesto en las cuadrillas del Cachorro o de la Lanzada.

El hombre de negro se marchó a sus quehaceres y ellos tuvieron que conformarse con ver en Youtube, con suerte en Sevilla si tenían combinación de viaje, al Cristo de la Expiración de Triana. El arrobo con que muchos cofrades de Córdoba tocan e imitan lo que llega de Sevilla tiene algo de la búsqueda de un espejo que les devuelva no el reflejo cierto, sino el que quieren ver: si Ismael Vargas me toca la testuz yo ya ha ido más allá que los que no habían pasado de Curro o Lorenzo de Juan, en aquella época.

Salón Cofrade en 2011. FOTO: VALERIO MERINO

La importación sistemática de cartelistas, con arriesgado desprecio de aquellos que de verdad conocen a su ciudad, tiene un poco de esa misma ilusión vana. Más allá de gustos y de industrias, parece que quien llama a un pintor de los que trabajan para hermandades del triángulo mágico entre Sevilla, Cantillana (inexplicable) y el Rocío lo hace pensando que en la pintura la Semana Santa y las procesiones de Córdoba aparecerán con el mismo glamour que las de Sevilla. Como si el espejo dijese siempre que su dueña es la más bella a cambio de un merecido emolumento.

Los artistas llegan y hacen su trabajo y los que piden, no se sabe si por la sugestión del caché o por el placer de verse retratado por quien pintó a la Macarena o a Jesús de la Pasión, aplauden a rabiar y se ven como siempre quisieron ser y en el fondo no son. Cuando se les pase el embrujo del momento posterior a descubrir la obra se verán rodeados de palios lisos, filas de nazarenos llenas de cortes y gente que pronto aplaudirá entre martillazo y martillazo, aunque hagan lo posible por olvidarlo.

Entre tanto los cartelistas que tanto sonríen en las fotos y tanto elogian a las cofradías de Córdoba se habrán marchado a su ciudad y sabrán dónde tienen que estar en Semana Santa o si sale a la calle la inigualable Virgen de las Aguas. Entonces será el momento para que vuelvan al cartel y se miren en él enamorados no de si mismos, sino de lo que encargaron. Será espejismo o ensoñación, pero si les encantó el de 2022, con su trilogía de reproducciones evidentes de fotografías (y no siempre logradas) pueden convencerse a sí mismos de cualquier cosa.

Liturgia de los días

Tags

Luis Miranda el

Entradas más recientes