Woody Harrelson contaba el otro día que solía jugar al ajedrez con Marlon Brando y que gracias al tablero desarrollaron cierta amistad que el cine no propició (que yo sepa, nunca trabajaron juntos). El protagonista de «El escándalo de Larry Flynt» decía incluso que siempre dejaba que la estrella ganara. Además de esta extraña pareja, hoy también visita el blog un trío, ya que el Museo Arqueológico de Murcia acoge hasta el 12 de enero la muestra «Don’t forget. Marcel Duchamp. Una partida de ajedrez con Man Ray y Dalí».
Empezaremos por lo más ligero. A Woody Harrelson le ha dado por recordar sus encuentros con Brando, de los que habla como si fueran frecuentes, según recoge starpulse.com. «Eran buenos tiempos», cuenta el primero. «Marlon a veces hacía un poco de trampas… Él movía y si era un error que me servía para tomar ventaja, insistía en rectificar. Nos peleábamos un rato y entonces yo pensaba: “¡Estoy discutiendo con Marlon Brando!”, y le decía: “Venga, de acuerdo, vuelve atrás”».
Sobre la exposición en Murcia, la comisaria de la muestra, Pilar Parcerisas, cuenta que plantea «una partida de ajedrez a tres bandas a partir del concepto maquinista de obras de arte». De los tres, en todo caso, el más ajedrecista fue siembre Marcel Duchamp, aunque a Dalí se le conoce una frase sobre el artista franco-estadounidense: «Les échecs c’est moi» (El ajedrez soy yo).
El propio Duchamp acuñaría otra frase redonda: «El ajedrez es una escuela de silencio». De Man Ray, cuyo verdadero nombre era mucho menos comercial (Emmanuel Radnitzky), ya he publicado alguna vez su retrato de Alexander Alekhine.
Mucho más conocida e imitada es la fotografía en la que Duchamp aparece jugando al ajedrez contra Eve Babitz, que está desnuda. El fotógrafo es Julian Wasser y la modelo, que entonces tenía la envidiable edad de veinte años, acabaría por escribir su propia interpretación de la imagen en el espacio que le dejó su kilométrico título: «I was a naked pawn for art: being a true account of the day Marcel Duchamp put the West coast underground on the culture map by playing chess in Pasadena with the author, who was at the moment a unclothed woman with a lot to learn». («Fui un peón desnudo para el arte. La verdadera historia del día en que Marcel Duchamp puso la clandestina costa Oeste en el mapa de la cultura jugando al ajedrez con la autora, que en aquel momento era una joven desvestida con mucho que aprender»).
Sobre todos estos aspectos artístico-ajedrecísticos, sin embargo, el lector hará bien en dejar de leerme a mí y acudir con premura al blog Artedrez, que mima Mariano García Díez.
AjedrezOtros temas