El torneo de Wijk aan Zee, uno de los más importantes de la historia, concluyó este domingo de forma dramática. En primer lugar, fue necesario un desempate entre los dos representantes holandeses, a cual más sorprendente. La partidas rápidas no resolvieron la igualdad y fue necesario recurrir al Armageddon, que acabó casi con el VAR.
Anish Giri, con blancas, estaba obligado a ganar, paradojas del destino. Su lección estratégica fue impecable, pero luego se «colgó» una combinación y permitió que el joven Jorden Van Foreest remontara. No fue la última tragedia de la partida, que decidieron el tiempo y los nervios. A sus 21 años, merece todo el crédito del mundo. Después de ganar, todavía dijo que tenía «el 0% de posibilidades de ganar el torneo».
Tercero acabó el aún más joven Andrey Esipenko, gran maestro ruso de tan solo 18 años, de quien cabe destacar la paliza que le dio a Carlsen. Terminó por delante de Fabiano Caruana y de Alireza Firouzja, de 17 años. Les ha costado asomar la cabeza, pero la generación de Magnus Carlsen ya tiene relevo.
Anish Giri sucumbe a su propia leyenda
Anish Giri tiene fama de tablífero, en efecto, pero dominó la competición con cuatro victorias y ninguna derrota. Quizá podría decir como Petrosian: «Yo podría jugar más bonito, y también perder». También es cierto que en la penúltima ronda dejó escapar otro punto clarísimo ante Alireza Firouzja. Giri empezaba a sucumbir a su propia fama.
El otro finalista fue aún menos esperado. El joven Jorden Van Foreest, procedente de una increíble familia de ajedrecistas, era en teoría un jugador de segunda mitad de la tabla, por su puntuación Elo, pero jugó todo sin complejos y alcanzó a Giri en la última ronda. Su logro es increíble y su victoria inaugura un año de locos, en todos los sentidos.
El torneo tuvo mil aspectos que analizar, pero destaca el sufrimiento de Magnus Carlsen, que pese a su victoria final acabó perdiendo 15 puntos Elo y acabó sumido en la sexta posición.
David Antón, clasificado por méritos propios al ganar el año pasado en la categoría B, logró buenas posiciones y completó partidas casi perfectas, pero le faltó al menos una victoria para darle lustre a su actuación entre la élite. Sus tablas contra Carlsen y Caruana, la primera con negras, prueban que el gran maestro español no se arruga contra nadie. Le faltó administrar mejor el tiempo y puede que un punto de decisión cuando se encuentra un poco mejor.
Cuando le tocó defender, demostró que tiene recursos y entiende muy bien el ajedrez. Ojalá pueda disponer de nuevas oportunidades entre los mejores, porque a los 25 años todavía está en fase de crecimiento. De todos modos, Antón acabó con cinco puntos en 13 partidas, por delante de un crack como Maxime Vachier-Lagrave, lo que ilustra la dureza de los rivales. En realidad, perdió seis puntos Elo, que tampoco es ninguna tragedia.
Así quedó la clasificación final:
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