No es Kramnik un tipo dado a la bravuconería. Los buenos de verdad rara vez lo son. Pero dentro de su normalidad tampoco cabe la modestia, que aquí sería más estúpida que falsa. El otro día, en la Copa del Mundo que parece destinado a ganar en Tromso (Noruega), el sucesor de Kasparov soltó una frase que en otra boca habría sonado a chulería. El rival de Vladimir en semifinales, el francés Maxime Vachier-Lagrave, trataba de justificar sin éxito sus errores: «En determinado momento, entré en pánico sin ningún motivo». «Sí había motivo», atajó el ex campeón mundial, «¡jugabas contra mí!».
En efecto, el ex campeón mundial parece imparable hacia la consecución del título, pese a que su rival en la final, su compatriota Dmitry Andreikin, tenía hasta hace poco un 2-0 en sus enfrentamientos particulares contra Kramnik. Este, sin embargo, ganó la primera partida y entabló la segunda. Andreikin necesita ahora casi un milagro para igualar o darle la vuelta al marcador en las dos partidas que faltan.
Foto: Anastasia Karlovich
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