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Tres consejos básicos para no perder al ajedrez nada más empezar

Tres consejos básicos para no perder al ajedrez nada más empezar
Federico Marín Bellón el

Si hay una posición difícil en ajedrez, esa es la inicial. Las posibilidades que se abren ante nosotros son casi infinitas. Por mucho que estudiemos, ninguna cabeza humana es capaz de memorizar todas las líneas. Los maestros y muchos aficionados dedican horas al estudio de las aperturas (o primeras jugadas de una partida). Estas han sido clasificadas a lo largo de los siglos, pero hay tantas y son tan largas que ya es difícil el dominio de unas pocas. Un gran maestro puede conocer algunas aperturas hasta más allá de la jugada veinte. El principiante no debería volverse loco y haría bien en ahorrar esfuerzos. Con unos pocos consejos básicos, mucha atención a los trucos y sentido común, aprenderá a sobrevivir en esta selva de variantes.

Todo esto siempre viene a cuento, pero este domingo, además, aprovecho que la Feria del Libro de Madrid se ha vuelto un poco más ajedrecística de lo normal y alberga un pequeño taller, con unas simultáneas en las que puede participar todo el que quiera. A las 18.30, en el Pabellón de Actividades, tendrá lugar la sesión. Desde las 19.30 firmaré ejemplares del libro «Ajedrez para torpes» en la caseta 215. En las simultáneas estaré arropado por tres maestros de ajedrez, tres amigos que saben mejor que yo lo que es enseñar el juego y fabricar pequeños campeones: José Luis Gómez Palacios, Daniel Muñoz y José Ángel López de Turiso.

Una vez metida la cuña publicitaria, volvamos a los consejos para principiantes (si eres un jugador con Elo, todo esto te parecerá muy básico), que nunca hay que tomar al pie de la letra, sin tener en cuenta las circunstancias de la partida. Cualquier recomendación tiene sus excepciones, pero aquí van:

1. Desarrolla tus piezas. Al principiante se le suele aconsejar que mueva primero un peón, luego un caballo y después los alfiles. El orden no es tan importante como la idea fundamental de desplegar cuanto antes todas las piezas por el tablero. En la posición inicial no suelen ser muy útiles y es importante que salgan a divertirse. Parece que tenemos muchas jugadas por delante, pero si nos retrasamos en el desarrollo y no aprovechamos bien cada turno, el rival conseguirá ventaja. Por supuesto, si hemos movido un alfil, por ejemplo, y un peón enemigo lo amenaza, casi con seguridad deberemos moverlo otra vez.

Por eso es muy importante seguir otro consejo: siempre que sea posible, en las primeras jugadas, no muevas la misma pieza más de una vez. En cuanto a la dama, tan tentadora, suele ser un error sacarla a pasear demasiado pronto. Las piezas enemigas pueden empezar a atacarla y su valor es tan alto que tendríamos que moverla una y otra vez para mantenerla a salvo, descuidando el desarrollo de las otras piezas.

2. Lucha por el centro. Los hipermodernos descubrieron que para ganar una partida no hacía falta ocupar el centro, pero siempre es importante controlarlo de algún modo. En todo caso, esto son matices para jugadores avanzados. Si juegas desde hace poco, más te vale cuidar este aspecto en las primeras jugadas. Los peones centrales son los más importantes y harías bien en mover los caballos «hacia adentro», no enviarlos a un lado del tablero, desde donde dominan muchas menos casillas. Quien domina el centro suele tener también más espacio, lo que se traduce en mayores facilidades para maniobrar con nuestras piezas.

3. Enroca en cuanto puedas. La seguridad del rey es lo más importante en ajedrez. En otros juegos y deportes es importante defender bien, pero siempre podemos compensar una mala defensa con un ataque espectacular. En ajedrez, por mucho que dominemos al contrario, si nos sorprende con un jaque mate habremos perdido la partida. Por eso, enrocar en las primeras juegas es caso siempre positivo. Además de llevar al rey a un lugar más seguro (el centro del tablero no lo es) conseguiremos un pequeño milagro que permite la regla del enroque: es el único movimiento en el que cambiamos de sitio dos piezas a la vez. Se consigue así resguardar al rey y llevar una torre al centro en una sola jugada, una forma fantástica de desarrollarnos y de ganar tiempo.

 

 

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