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Natalia Pogonina gasta otra vida

Natalia Pogonina gasta otra vida
Federico Marín Bellón el

La rusa Natalia Pogonina, de 30 años, sigue al borde de la derrota en la final del Mundial de Ajedrez femenino, que se disputa en Sochi. La buena noticia para ella es que en la tercera partida, que jugaba con blancas, salvó un punto que parecía seriamente comprometido. La ucraniana Mariya Muzychuk sigue siendo la favorita. Lleva un punto de ventaja y le bastan unas tablas en la última partida, con blancas, para conseguir la corona. Ya veremos.

Mariya Muzychuk. Fotos: Anastasia Karlovich

Pogonina salió a por todas en la tercera partida y entró en una línea muy arriesgada, que incluía un sacrificio de peón y debilitar su enroque. Los módulos informáticos no terminaban de aprobar los fuegos artificiales de la rusa, aunque parecía claro que la línea no fue improvisada sobre el tablero, algo que siempre ofrece un plus de intimidación ante el ajedrecista que se adentra por primera vez en un terreno tan escarpado. Los propios ordenadores, por otro lado, ofrecían evaluaciones contradictorias sobre la posición en algunos momentos, lo que daba fe de la dificultad de juzgar todas las variantes.

Pia Carmling, la «abuela» que pudo ganar el Mundial

El invento no funcionó, sin embargo. La menor de las hermanas Muzychuk jugó esa fase con aplomo e incluso llegó a alcanzar una ventaja que por momentos parecía decisiva. Pogonina, contra las cuerdas, se las arregló de alguna manera para sostener el chiringuito. Con imprecisiones mutuas (ahí sí que las máquinas fueron crueles), supo remar hasta alcanzar la orilla de las tablas. Una vez más, los aficionados pueden pensar que la calidad del juego fue baja, aunque con un procesador al lado cualquiera es capaz de jugar como un gran maestro.

A favor de Pogonina, que al menos mantendrá durante una partida más el sueño de llegar a campeona del mundo, cabe decir que fue valiente y que, cuando todo parecía perdido, tampoco se arrugó. Ya en este Mundial levantó una eliminatoria que parecía imposible frente a Pia Cramling, una jugadora mejor que ella, con más experiencia y ante la que probablemente era la última gran oportunidad de su vida, a los 51 años. A la sueca, pese a todo, no conviene enterrarla antes de tiempo. Con un poco más de apoyo, quizá este título ya sería suyo.

Así fue la partida

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