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Blogs Jugar con Cabeza por Federico Marín Bellón

Muere Gligoric, el mejor periodista de ajedrez

Federico Marín Bellón el

El martes falleció en Belgrado, a los 89 años, el gran maestro de ajedrez Svetozar Gligoric, el mejor jugador yugoslavo de la historia (fue doce veces campeón de su país) y un gran periodista, organizador de torneos, árbitro, comentarista y autor de libros, además de aspirante al título mundial y a la presidencia de la FIDE. Músico tardío, el año pasado le dediqué una entrada en este blog porque había conseguido la proeza, a los 88 años, de publicar su primer disco, con doce composiciones propias.

Svetozar Gligoric, junto al español Román Torán, otro ajedrecista-periodista que sí prosperó como directivo

La vida de Gligoric (Belgrado, 1923) fue tan apasionante como solo era posible hasta el pasado siglo. Nació pobre y, huérfano de padre desde los nueve, no aprendió a jugar hasta los once años. Se fabricó su primer juego con corchos de las botellas de vino. A los quince ganó el campeonato de Belgrado y a los 16 alcanzó el título de maestro, pero su carrera se vio interrumpida por la Segunda Guerra Mundial, durante la cual se unió a los partisanos para combatir la invasión nazi. Alcanzó el grado de capitán.

Después de la contienda, empezó a trabajar como periodista y organizador de torneos, a lo que ayudaba su conocimiento de varias lenguas, incluido el español, pero pronto se vio que sobre el tablero era donde su talento era más evidente. Ganó el campeonato yugoslavo en doce ocasiones y representó a su país en quince Olimpiadas, casi siempre como líder del equipo, con una medalla de oro, (Dubrovnik, 1950), seis de plata y cinco de bronce. En la de Múnich (1958) logró la medalla de oro individual como mejor primer tablero. Ese año fue elegido mejor deportista de Yugoslavia, algo al alcance de muy pocos ajedrecistas, sobre todo en países con tanta tradición deportiva.

A Gligoric solo le faltó llegar más lejos en el ciclo por el campeonato del mundo, en el que alcanzó el título de candidato en tres ocasiones. En cualquier caso, estuvo considerado uno de los diez mejores jugadores antes incluso de la implantación del sistema Elo.

Gligoric, contra un joven Bobby Fischer, uno de sus grandes rivales y amigos, pese a que le ganó cuatro veces

Respetado por todos, dentro y fuera de Yugoslavia, en 1978 se presentó a las elecciones de la FIDE, con el principal propósito de conseguir que Bobby Fischer regresara al mundo del ajedrez, pero perdió en la primera ronda por un solo voto contra el islandés Fidrik Olafsson, quien se proclamaría cuarto presidente de la Federación Internacional.

Entre sus libros de ajedrez, destaca el autobiográfico «Yo juego contra las piezas», que expresaba desde el título su filosofía: concentrarse en la posición, no en el rival o en sus peculiaridades psicológicas. Su crónica sobre el duelo Spassky-Fischer, su obra más conocida, alcanzó unas ventas de 400.000 ejemplares. No está de más recordar que Gligoric escribía sobre este mundial con una autoridad al alcance de muy pocos, ya que él mismo había derrotado a Fischer en cuatro ocasiones (a cambio encajó seis derrotas), quien pese a todo se convirtió en su amigo. Cinco campeones mundiales más mordieron alguna vez el polvo ante su maestría.

Músico tardío, Gligoric publicó su primer disco ¡a los 88 años!

Otro gran legado que nos deja Svetozar Gligoric son sus contribuciones en el desarrollo de las aperturas, sobre la que escribió varios libros, además de enriquecer la teoría con sus propias partidas. Más allá de sus numerosas innovaciones, sobre todo en la India de Rey, fue uno de los precursores del moderno sistema de clasificación de las primeras jugadas por un código de letras. También participó en el lanzamiento de los míticos «Informator», previo a la era informática. Con estos prolijos volúmenes de partidas clasificadas y comentadas con símbolos universales, legibles en cualquier idioma (y a la vez incomprensibles para el profano, que solo ve páginas y páginas repletas de un código casi secreto), la escuela yugoslava llegó a adelantarse a la soviética, que acabó por copiar estas ideas.

Pero sobre todo, con Gligoric desaparece uno de los últimos caballeros del ajedrez, sobre el que he sido incapaz de encontrar algún comentario negativo.

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