La «guerra del pañuelo» se ha recrudecido en los últimos días, tras conocerse que la FIDE había adjudicado a Irán la organización de la Copa del Mundo de Ajedrez. Varias jugadoras han mostrado su disconformidad con la idea de jugar si se les obliga a usar el hiyab para taparse la cabeza. Otras personas lo ven como una incomodidad asumible. La ley iraní no admite ambigüedades ni excepciones. Susan Polgar, una de las voces más autorizadas del ajedrez y una persona siempre dialogante, acaba de bloquear a cerca de un millón de trolls (al menos ella los considera así) en las redes sociales. El debate ha degenerado y los insultos han suplantado a los argumentos.
Las reacciones a la sede de la Copa del Mundo y la reacción de la campeona de Estados Unidos, Nazi Paikidze-Barnes, en favor del boicot han generado una catarata de respuestas.
La propia FIDE ha confirmado que el torneo se jugará en Irán. No solo eso. Los Juegos Asiáticos para Aficionados de este mismo año también se celebrarán en este país, en la ciudad de Ishafan, del 11 al 19 de noviembre.
Silvio Danailov, opositor al «régimen», tuiteaba con ironía que después de las Copas del Mundo de Irán, Mongolia y Albania, a Makropoulos (presidente adjunto de la Federación) y sus amigos solo les falta la República Popular de Corea.
En Change.org, más de 2.000 personas han firmado ya contra la celebración de la Copa del Mundo en Irán, propuesta por Nazi Paikidze-Barnes. La jugadora de origen georgiano pide que la FIDE reconsidere su postura y propone dos soluciones: cambiar la sede o posponer el campeonato hasta que surja otro posible organizador, o que el uso del hiyab sea opcional.
Por otro lado, Viswanathan Anand. cinco veces campeón del mundo, declaró al canal deportivo estadounidense ESPN que para él jugar el Mundial del año 2000 en Irán fue «una experiencia placentera y memorable». «La gente puede tener reservas políticas y esa es su opinión. Personalmente, es un lugar que alberga algunos de mis mejores recuerdos. Los organizadores fueron excepcionalmente agradables con nosotros y a Aruna –su mujer– no le importó en absoluto llevar el hiyab».
Desde otro punto de vista no menos interesante, un artículo del diario británico The Guardian alertaba del daño que un boicot puede causar a las jugadoras iraníes. Mitra Hejazipou, gran maestro femenina de 23 años, campeona continental de Asia en 2015, sostiene que la campaña contra el torneo en su país podría suponer un gran paso atrás en la popularización del deporte entre las mujeres. «Será el mayor acontecimiento deportivo femenino en Irán que hayamos visto; no hemos sido capaces de albergar ningún campeonato del mundo en otros deportes en el pasado. No está bien pedir el boicot. Este torneo es importante para las mujeres iraníes; es una oportunidad para nosotros de poder demostrar nuestra fuerza». The Guardian también recoge el testimonio de otras mujeres de aquel país que defienden las tesis de Hejazipou.
La propia Nazi Paikidze-Barnes ha explicado su postura con más detenimiento. En su cuenta de Instagram, por ejemplo, ha remarcado que no está en contra del Islam ni de ninguna otra religión. «Protesto contra la decisión de la FIDE, no por la religión del pueblo iraní. Lo hago contra las leyes de su gobierno, que restringen los derechos de la mujer».
A todo esto, Ellen Carlsen, hermana del campeón de mundo, ha dicho que apoya el boicot, según cuenta el diario Dagbladet.
Bloqueo de un millar de trolls
Y ahora volvamos al problema de Susan Susan con sus seguidores, apasionante en sí mismo. La excampeona del mundo ha confesado que ha bloqueado a cerca de un millar de personas de sus cuentas de Twitter, Facebook, correo electrónico y servicios de mensajería. Los ha llamado «idiotas ignorantes» que nunca leen lo que escribe. «No tengo tiempo para debatir con trolls», resume como argumento principal. «Nunca defendí a Irán, las normas de la hiyab o la sede del torneo. Nunca obligué a nadie a llevar el pañuelo. Nunca lo hice y nunca lo haré». Que ella es inocente en todas estas cuestiones es indudable.
Polgar está enfadada también porque cree que «The Telegraph» malinterpretó su postura, pero sobre todo se niega a soportar los insultos y las manipulaciones políticas de un millar de desaprensivos, algunos de los cuales han llegado a amenazarla físicamente.
Al mismo tiempo, dice que no atacará a las jugadoras que decida boicotear el campeonato. «Podemos pedirles que reconsideren su posición, pero no me deben obediencia a mí ni a nadie».
«Alguien tiene que ser el adulto en la habitación», prosigue, «Yo no creé este desastre, no voté por la sede, ni he apoyado al régimen iraní. Pero he pedido a la gente que mantenga la calma, que dejen a los miembros del WOM averiguar los hechos, consultar con las ajedrecistas y buscar posibles soluciones para presentárselas a la FIDE y a los organizadores. Llorar, gritar o ponerse histérico no sirve para nada. Solo aumentará la división entre las jugadoras y les hará daño». «Y por último, estamos trabajando entre bastidores para encontrar soluciones aceptables»
Continuará…
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