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Blogs Jugar con Cabeza por Federico Marín Bellón

Jaques olímpicos en Siberia

Federico Marín Bellón el

Más de mil trescientas personas doblan cada día sus espaldas sobre un extraño tablero a orillas del río Irtysh, en Siberia. Una de ellas se atreve a protestar en un descuido contra las denigrantes condiciones en las que deben dormir. Por fortuna, el frío llega con retraso este año. No es el resumen de un epílogo póstumo del «Archipiélago Gulag» de Solzhenitsyn, sino la Olimpiada de Ajedrez, la mayor competición deportiva por países (participan 144) después de los Juegos Olímpicos. La ciudad rusa de Khanty-Mansiysk, tres mil kilómetros al Este de Moscú, acoge la edición número 39 desde el día 19. 

El ajedrez pertenece de forma oficial al COI y lucha por formar parte del programa oficial de los Juegos Olímpicos. Entretanto, celebra desde 1927 su particular Olimpiada. Es una auténtica fiesta cargada de tradición. Junto a las preceptivas danzas y coreografías, este año la ceremonia de inauguración incluyó un ajedrez viviente que reprodujo la célebre partida entre Anderssen y Kieseritzky conocida como la Inmortal.

El presidente de la FIDE saluda al participante más joven, Eli Louise, de 11 años, jugador de Seychelles

Después de cinco rondas, España es vigésima en una clasificación que no puede ser más provisional, pero los nuestros no suelen dar la talla en esta cita, ni siquiera desde la nacionalización de Alexei Shirov, una de las figuras del ajedrez internacional. Vallejo, Salgado, Magem y Alsina son los otros defensores de «la roja», cabeza de serie número 16. El equipo femenino (Sabrina Vega, Calzetta, Belinda Vega, Llaneza y Aranaz) ocupa el teórico puesto 25.

El ajedrez es el juego más democrático que existe, si excluimos a su presidente. En la imagen, una participante en la Olimpiada

¿Cómo se organiza en once días un torneo con más de cien equipos en cada categoría? No queda más remedio que recurrir al viejo sistema suizo, que empareja en cada ronda a países que llevan la misma puntuación. No se ha inventado nada mejor para determinar un ganador justo, aunque sus principales efectos secundarios son grandes saltos de posición de una jornada a otra y ciertas dosis de fortuna (hasta el ajedrez está sujeto al azar) en la configuración final de la clasificación.

Marcianos y crisis

La presente Olimpiada, que también acogerá las elecciones a la presidencia de la Federación Internacional, ha supuesto un retroceso en muchos sentidos. El iluminado Ilyumzhinov, actual presidente, abducido confeso y defensor de la tesis de que el ajedrez es un invento de los extraterrestres (la historia no es tan romántica como la del genio que pidió su recompensa en granos de arroz), se enfrenta al ex campeón mundial Anatoli Karpov, algo menos excéntrico.

Entretanto, jugadores como el menorquín Paco Vallejo (que perdió el sábado ante Magnus Carlsen, número uno del mundo) han protestado por las condiciones «indignas» de alojamiento. La crisis y otras circunstancias (Siberia no es un destino turístico barato ni apetecible) han llevado a muchos países a llegar sin sus mejores jugadores. El equipo rumano decidió en el último momento ni presentarse. Entre las grandes ausencias destacan el indio Anand y Miguel Illescas, actual campeón de España.

Kramnik y Grishchuk, mienbros del equipo más potente sobre el papel

No es casual que los encuentros se resuelvan este año en enfrentamientos entre cuatro jugadores por equipo, cuando tradicionalmente eran seis. Asimismo, el número de rondas ha disminuido de catorce a once, un pequeño triunfo más para el factor suerte. El equipo favorito es el ruso, compuesto por Kramnik, Grischuk, Svidler, Karjakin y Malakhov, con 2.755 puntos Elo de promedio.

Las partidas pueden verse en directo en internet. Lo más fácil es acceder a ellas desde la web de la Federación Española, aunque también se puede visitar el sitio oficial.

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