El primer torneo Neoclassical Chess (si acaba triunfando esta modalidad, quizá se resuma como «neochess») fue todo un éxito, sobre todo para su ganador, Iván Salgado, que superó en la recta final a David Antón. La diferencia con el ajedrez clásico es que se sortea la apertura y los tres primeros movimientos son elegidos por un programa o aplicación (saldrá la próxima semana y tendremos tiempo de comentarlo de forma más extensa). A la mayoría del público asistente, se jugaba en Madrid, le gustó la variedad, además de poder ver a tanto gran maestro junto, algo que por desgracia no es frecuente en esta ciudad. Los jugadores también disfrutaron con la experiencia y por regla general les pareció más interesante y respetuosa con la tradición que la propuesta de Fischer de sortear la posición de las piezas, lo que da lugar a posiciones antinaturales.
No hubo sorpresas en los nombres situados en las tres primeras posiciones, aunque no estaba claro cuál sería el orden final. Cabe destacar el cuarto puesto del MI Daniel Forcén, por delante de los grandes maestros José Carlos Ibarra y de Miguel Illescas, que solo empezó carburar cuando el horario del torneo y el de México, de donde acababa de volver, empezaron a ser compatibles. Ana Matnadze mereció algún punto más y pagó las oportunidades desaprovechadas.
En efecto, la satisfacción era general, con leves matices. Justo el vencedor, el justo vencedor, aportó alguna posible mejora. Iván se mostró partidario de sortear solo dos jugadas y media, en lugar de tres (cinco medios movimientos y no seis) para dar la oportunidad al negro de ser el primero en salirse de la apertura impuesta. El gran maestro gallego también objetó, con educación y como mínimo inconveniente, que de esta manera se añade el factor azar a un juego en el que apenas existe. El debate que se generó en la comida sobre este punto fue muy interesante, con Ana Matnadze entre las más firmes defensoras. Que ambos hablaban con sentido de la justicia y no por sus intereses personales está claro. Salgado ganó el torneo y Matnadze quedó en última posición.
En cuanto salga la aplicación comentaremos algo más sobre este asunto, que ha suscitado encendidos debates en algunos foros.
De momento, veamos una de las partidas más interesantes del torneo, una victoria contundente de Miguel Illescas contra Daniel Forcén, a quien entrega la dama.
Grupo B
Entre los aficionados, la victoria fue para el maestro FIDE Antonio López del Álamo, por delante de los hermanos Jaime y Gabriel Fernández de Bobadilla, organizadores del torneo. Jaime fue el único invicto del torneo, que no ganó porque Antonio logró más victorias. En general, se puede observar que la tabla está mucho más apretada que en el grupo A.
Sobre mi participación, no me puedo quejar del todo. Illescas ya me advirtió en la cena previa que había sido muy valiente al anunciar que jugaría, antes de saber el resultado. La verdad es que me preocupaba bastante la posibilidad de acabar con un cero histórico (histórico para mí, claro, no para nadie más). Terminé como farolillo rojo, aunque con el triste consuelo de haber hecho los mismos puntos que Miguel en el grupo A. Sus rivales y excusas, por supuesto, son bastante mejores. Su jet lag era físico y el mío, espiritual.
Además de hacer solo dos puntos y medio en siete partidas, tuve el error estratégico de impedir la victoria de los organizadores. Con Jaime hice tablas y con Gabriel me salió una buena partida y me apunté mi primera victoria (la otra fue un atraco). Que no me vuelven a invitar es seguro. Pero casi más satisfecho me dejó la partida contra mi amigo José Ángel López de Turiso. A falta de verdadera calidad, dimos espectáculo. Incluso en la sala de análisis le dedicaron algún comentario, aunque fuera para «insultarnos», pese que al mismo tiempo estaban jugando los grandes maestros. Felicidades al ganador de esta partida tan espectacular, que decidió la última posición.
La experiencia fue magnífica, en resumen. El formato es atractivo, se generan posiciones más variadas y me ha servido para terminar de darme cuenta de que debo ampliar mi repertorio de aperturas. Juego tan pocas partidas al año que acabo repitiendo las dos o tres tonterías que conozco un poco, para sentirme más seguro. Pese a los posibles éxitos insignificantes a corto plazo, dicha estrategia es un error que limita mis conocimientos generales del juego.
Solo el tiempo dirá si el «neoclassical chess» triunfará, pero creo que es una variante jugable y nada traumática. Entre aficionados (incluso hasta jugadores de 2500 puntos Elo, en opinión de Salgado) el sistema tiene muchos puntos a favor. Para los mejores del mundo, quizá habría que introducir matices. Tampoco es cuestión de pretender que desaparezca el ajedrez clásico. La mayoría de las críticos recibidas, algunas con sentido, demostraban desconocimiento sobre los detalles del formato o alguna clase de prejuicio.
Se admiten opiniones, como siempre.
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