Prosigue en Doha el Mundial de Ajedrez de partidas rápidas, que no es ningún oxímoron, como podrían pensar los no iniciados. Las partidas nos regalan continuas emociones, pero son tantas a la vez que es difícil seguirlas con el detenimiento que merecen. Los comentaristas en directo sufren, pero más aún los jugadores, con sus inevitables errores a cuestas, en ocasiones groseros. En las últimas partidas, lo más destacado ha sido la gran victoria de Ivanchuk contra Carlsen, quien esta vez asumió la derrota con deportividad, al contrario que el año pasado en Berlín, cuando también perdió contra el genio ucraniano. Este declaró encantado: «Siempre es un gran placer jugar contra Magnus Carlsen».
La derrota más dramática de la jornada, sin embargo, fue la que sufrió en la sexta ronda el hasta entonces sorprendente líder, Anton Korobov, en un final de alfiles de distinto color (que suelen terminar en tablas) contra Aronian. «Después de perder, estuve muy cerca de morir», declaró el compatriota de Ivanchuk, que se recuperó enseguida con una convincente victoria contra el cubano Domínguez en la segunda ronda del día, aunque estaba tan afectado que no quiso hacer más declaraciones Al canal noruego NRK, según relató el periodista Tarjei J. Svensen.
Dentro del tablero también merece la pena recordar el precioso mate que nos dejó la primera ronda, obra de Mamedyarov contra el chino Shanglei Lu. Parece relativamente sencillo, pero tiene mérito encontrarlo a ese ritmo de juego. Un haiku hermoso.
Tampoco estuvo mal el (falso) sacrificio de dama de Sergey Karjakin en la sexta ronda.
Si volvemos a Carlsen, ya tuvo que salvar medio punto agónico nada más comenzar el torneo, aunque luego perdió la partida siguiente frente al georgiano Levan Pantsulaia. El indio Surya Sekhar Ganguli lo tuvo ganado, pero no apretó todo lo que debía y el noruego encontró un milagroso recurso salvador. Luego este confesaria: «Así solía jugar cuando tenía 13 o 14 años».
Y aunque el mundial es de partidas rápidas, esto no significa que sean cortas. La georgiana Nino Batsiashvili porfió durante 124 jugadas en un final de torre y caballo contra torre (tablas teóricas, lo que no significa que el bando débil no pueda perder). Su rival, la rusa Valentina Gunina, no se dejó «engañar».
Otra de las anécdotas del día fue que después de sentarse para jugar la octava ronda, los jugadores tuvieron que «recolocarse» (compongo, dijo algún árbitro pr lo bajini), porque se había confeccionado con dos resultados erróneos. El sistema suizo tiene estas sutilezas. Por fortuna, ahora los emparejamientos se hacen por ordenador, y no con las viejas tarjetas de cartón, y el proceso es mucho más rápido.
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