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Anand-Carlsen: el mayor duelo desde Fischer

Anand-Carlsen: el mayor duelo desde Fischer
Federico Marín Bellón el

Millones de aficionados contienen la respiración ante el enfrentamiento que mantendrán en unos días el indio Viswanathan Anand, campeón del mundo de ajedrez, y el aspirante al trono y gran favorito, Magnus Carlsen, número uno en la clasificación de la Federación Internacional. Entre el 9 y el 28 de noviembre, la ciudad de Chennai, antigua Madrás —Anand juega en casa—, será escenario del duelo más atractivo que han visto los tableros desde que Bobby Fischer arrebató el título a los rusos. Al contrario que en «El Padrino», esto no son sólo negocios; hay algo personal en juego.

Foto de Thomas Samson para AFP

La cuna del ajedrez vivirá la más hermosa de sus batallas, con un objetivo tan simple en apariencia como dilucidar quién es el mejor del planeta moviendo caballos, alfiles y peones. Hay mucho más bajo la superficie. Incluso medios como «The Economist» han reparado en la importancia del acontecimiento, cuyas implicaciones monetarias tampoco pasan inadvertidas: Carlsen es el único gran maestro capaz de llevar dinero al ajedrez, no sólo posando como modelo de ropa, actividad que parecía reservada a otro tipo de deportistas.

En el fútbol, cada año se celebran al menos un par de partidos del siglo, pero en el mundo de las 64 casillas las exageraciones son más moderadas. Esta cita con la historia llega cuatro décadas después del Spassky-Fischer, en una lucha a doce partidas que tiene todos los ingredientes para que la épica vuelva a visitar los tableros.

Por un lado, es evidente el duelo generacional entre el viejo tigre de Madrás, de 43 años, y el Mozart del ajedrez, de 22. Será además una batalla entre oriente y occidente, algo que tampoco sucedía desde el verano frío de 1972. Anand es el tercer campeón no europeo, después de Capablanca y Fischer, y el primero asiático (si no consideramos como tales a los soviéticos que lograron el título). El aspirante Carlsen, por otro lado, llega con otra peculiaridad que comparte con Fischer: es el gran favorito y su puntuación Elo (sistema que rige la clasificación mundial) es también muy superior a la de su rival, que tiene 95 puntos menos. La experiencia —Anand ha ganado cinco mundiales y en todos los formatos de competición posibles: eliminatorias, torneo y duelo personal— es la principal baza del campeón. Jugar en casa puede ser más una molestia para el contrario que ventaja propia;no es descartable que se vuelva en contra si las cosas se tuercen y la presión o las ganas de agradar a millones de aficionados pesan demasiado.

Secretismo

Como apasionante novedad a tono con los tiempos, destaca la minuciosa preparación de ambos finalistas en los últimos meses, ayudados por formidables equipos informáticos —los ordenadores ya juegan mejor que cualquier humano— y por un puñado de grandes maestros cuyos nombres, por lo general, se mantienen en riguroso secreto. A diferencia de Fischer, que acudió como un lobo solitario a Reikiavik, con unos cuantos libros en la maleta y un tablero magnético de bolsillo, Carlsen y Anand gozan de ayudantes de primer nivel y de unos procesadores brutales. Del noruego se desconoce si aceptó o no la última oferta de asesoramiento de Garry Kasparov. Otro caso curioso es el del danés Peter Heine Nielsen, que ha ayudado a ambos en el pasado y prefiere mantenerse al margen.

Conviene recordar que el propio Carlsen colaboró con Anand en 2008 y 2009, cuando su fuerza ya era cuando menos comparable a la de su entoces jefe. El gran maestro indio ha confirmado que su joven sparring le sirvió para «simular situaciones reales de torneo». «Jugamos un montón de partidas rápidas y me sentí bien», explica, «porque pude probar numerosas áreas que eran poco familiares para mí. Con Magnus puedes experimentar cualquier posición; las puede jugar casi todas».

Foto: Daniel Sannun Lauten

El conocimiento mutuo, en efecto, es exhaustivo. Además de sus entrenamientos juntos, han disputado más de sesenta partidas, no todas oficiales. Anand mantiene la ventaja (15 victorias, 11 derrotas y 36 tablas), aunque muchas proceden de la época en la que Carlsen era un adolescente. En el último enfrentamiento decisivo, el noruego lo destruyó en solo 30 movimientos, algo que será difícil de borrar de la memoria del campeón. Como comentaba en una entrevista con ABC Iván Salgado, campeón de España, Anand deberá «limpiar» las partidas desde los primeros movimientos, «porque a la mínima que encuentre posiciones equilibradas en las que pueda seguir jugando, Carlsen lo va a destrozar, sin piedad, además».

El noruego es humano

El chaval, que tiene el récord histórico de Elo (en 2012 pulverizó el de Kasparov), también ha dado alguna mínima muestra de debilidad. En la pugna con Kramnik por convertirse en aspirante al trono, se vio por primera vez que podía ponerse nervioso en momentos clave e incluso perdió la última y decisiva partida. Se salvó de milagro, gracias a que le favorecía el sistema de desempate y a la derrota del ruso, que arriesgó al máximo y también perdió su encuentro sin imaginar que unas tablas le habrían servido para sus propósitos.

Poco después, Magnus se dejó sorprender por Hikaru Nakamura, que aplicó una medida casi cómica después de perder varias partidas contra su bestia negra: el estadounidense jugó con gafas de sol en sus dos partidas y el caso es que logró unas tablas fáciles. La historia tiene más gracia si se tiene en cuenta que algunos acusan al noruego de hipnotizar a sus rivales, a quienes a menudo derrota en posiciones muertas, en las que cualquier otro concedería tablas. Es justo la mayor virtud del aspirante: apurar hasta el último suspiro las partidas, no contentarse jamás con el empate y poner en marcha su trituradora. Entonces, ni los mejores resisten el pulso, aunque alguna vez se ha pasado de rosca.

De la capacidad de sufrimiento de Anand, que siempre da lo mejor en los mano a mano, dependerá en buena medida el resultado. Tablas fáciles no va a lograr, a modo de «descanso», y no parece piense recurrir a una de las cláusulas más polémicas:la posibilidad de pedir aplazamientos por enfermedad, carta blanca que en tiempos Karpov y Korchnoi utilizaron más a la ligera.

El Mundial de Chennai repartirá una bolsa de unos dos millones de euros, pero Anand y Carlsen se juegan mucho más que dinero, sobre todo si gana este último, de quien muchos esperan una revolución.

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