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Incertidumbre sobre la política exterior de Japón

Incertidumbre sobre la política exterior de Japón
Kishida (i), Biden (d), despacho oval, Casa Blanca, Washington, D.C., 13 de enero de 2023.
Jorge Cachinero el

NB: Este artículo fue publicado anteriormente, en una versión diferente, en El Economista.

El Economista, 26 de agosto de 2024, p.29.

Fumio Kishida ha sido el primer ministro de Japón desde octubre de 2021, aunque anunció el 14 de agosto pasado que dimitirá en septiembre debido al descontento de los japoneses por el coste de la vida y por la financiación irregular de su partido -Partido Liberal Democrático (PLD)-, que le sustituirá como presidente del partido y como primer ministro.

Kishida reformuló la política exterior de su país a partir de febrero de 2022 y la explicó con la frase de que la Ucrania de hoy podría ser el mañana del este de Asia, en referencia a un conflicto militar potencial en torno a Taiwán.

Varios han sido los ejes de esta aproximación japonesa nueva sobre cuál debe ser su lugar en el mundo y cómo deben conducirse las relaciones con sus vecinos cercanos y lejanos.

Kishida desmanteló el vínculo que había forjado con Rusia el primer ministro Shinzo Abbe, uno de sus predecesores.

Abe (i), Putin (d), Moscú, 22 de enero de 2019.

Abbe estableció una política de gestión de la interlocución de Japón con Rusia que se sustentaba sobre dos pilares.

Abbe intentó resolver los asuntos territoriales pendientes entre Tokio y Moscú a través de un acuerdo de paz y seguir explotando los proyectos energéticos que son de interés para ambos países.

Asimismo, Abbe reforzó sus lazos con Estados Unidos (EE. UU.), sin que ello le impidiera hacer lo mismo con Rusia, a la vista del poder creciente y de la influencia económica que China ha acumulado en el continente asiático.

En resumen, la política exterior de Abbe se guio por la ambición formulada de “crear un entorno estratégico más favorable para Japón en Asia”.

Kishida decidió que Japón no podía continuar con la política de Abbe hacia Rusia y que debía cambiarla para unirse a sus aliados occidentales en la imposición de sanciones económicas a Moscú.

Kishida no sólo apostó por incrementar su cooperación en seguridad con EE. UU., sino que determinó que debía multiplicar significativamente su presupuesto de defensa y sus capacidades militares.

Japón está doblando la partida presupuestaria dedicada a las Fuerzas Armadas para el periodo de 2022 a 2027 y está ampliando sus capacidades de contraataque mediante la adquisición de misiles Tomahawk estadounidenses.

Un elemento nuevo de la política exterior japonesa ha sido la extensión de la cooperación militar trilateral con EE. UU. y con Corea del Sur, que se ha visto favorecida por el cambio de gobierno en Seúl, que también quiere estrechar sus lazos no sólo con Washington, sino, con Tokio.

Otro desarrollo novedoso de la política exterior de Kishida fue el refuerzo de la colaboración militar entre Japón y los países de Europa.

Japón realizó ejercicios militares conjuntos con Alemania, Francia y España en julio de este año y Tokio está celebrando conversaciones con la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) para tener una oficina de representación en los cuarteles generales de la Alianza Atlántica.

A pesar de todo lo anterior, Kishida no olvidó que tenía que manejar sus relaciones con China, por muy difíciles que éstas sean.

Kishida y Xi se reunieron en 2023 y el primer ministro japonés no parece haber cuestionado, al menos, todavía, el concepto que Abbe acuñó de que los vínculos entre las dos naciones debían ser “relaciones estratégicas de beneficio mutuo”.

Kishida (i), Xi (d), Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico, San Francisco, 16 de noviembre de 2023.

La importancia que tuvo la reunión trilateral que se celebró entre Japón, China y Corea del Sur en 2024, la primera desde 2019, no puede menospreciarse.

En definitiva, la pieza que no encajó en este rompecabezas exterior de Kishida fue Rusia.

Las relaciones entre Tokio y Moscú no han hecho más que deteriorarse desde febrero de 2022.

Miembros del gobierno de Kishida piensan que sin Rusia es imposible alcanzar la estabilidad a la que Japón aspira para bandear la situación de seguridad delicada en la que se encuentra en el actual entorno regional asiático.

Japón y Rusia no han roto sus conexiones en materia energética, pesquera y cultural o educativa, gracias a las cuales las comunicaciones entre los dos países se mantienen.

Sin embargo, el diálogo de seguridad es central al nexo entre Tokio y Moscú.

Jong Un (i), Putin (d), Pyongyang, Corea del Norte, 19 de junio de 2024.

La visita del presidente de la Federación de Rusia, Vladimir Putin, a Corea del Norte en junio de 2024 mandó una señal muy fuerte a Japón de que un vector crítico de desestabilización potencial para Japón en el este de Asia está en manos de Moscú, por si quisiera activarlo.

Tokio recibió aquel mensaje de forma nítida porque envió a un director general de su ministerio de Asuntos Exteriores a Moscú el día después de la conclusión de la gira de Putin a Corea del Norte y a Vietnam.

 

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