ABC
| Registro
ABCABC de SevillaLa Voz de CádizABC
Blogs El blog de Jorge Cachinero por Jorge Cachinero

EE. UU. comienza a digerir su derrota en Ucrania

EE. UU. comienza a digerir su derrota en Ucrania
Medvedev, vicepresidente del Consejo de Seguridad de la Federación de Rusia, delante de un mapa sobre la futura Ucrania, Sochi, 3 de marzo de 2024.
Jorge Cachinero el

NB: Este artículo es una versión distinta de la que fue publicada anteriormente en El Economista.

El Economista, 8 de abril de 2024, p. 29.

Los objetivos del proyecto Ucrania, que la banda de los cuatro estadounidense -Biden, Blinken, Sullivan y Nuland- actualizó en 2022, eran el resultado de una arrogancia desmesurada y fatal.

El calendario de este plan estadounidense incluía cuatro hitos.

Estados Unidos (EE. UU.) esperaba que Rusia se hubiera agotado en el verano de 2022.

El gobierno estadounidense confiaba en que la economía rusa se hubiera quebrado por la política de sanciones y de fijación de precios máximos del petróleo que le había impuesto.

El departamento de Defensa de EE. UU. invirtió masivamente en ayuda militar a Ucrania en la esperanza de que Kiev pudiera contar con unas Fuerzas Armadas fuertes y resistentes.

Vogue Ucrania, edición de primavera, nº 5, 2024.

Por último, Washington dio por hecho que los preparativos militares de sus socios europeos en la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) se habrían acelerado para que, en verano de 2023, éstos hubieran reemplazado a EE. UU. en Ucrania y el gobierno estadounidense hubiera podido reenfocarse hacia Asia, eufemismo de contener a China.

En definitiva, EE. UU. contaba que, en 2024, el proyecto Ucrania culminaría favorablemente para sus intereses, al infligir tanto una derrota militar estratégica como un cambio de régimen, mediante el derrocamiento del presidente Putin, a Rusia.

Así, el equipo de Biden hubiera culminado con éxito el proyecto Ucrania y lo hubiera sacado del eje central de asuntos a debatir durante la campaña electoral presidencial de 2024.

Nada de todo esto sucedió, más bien lo contrario, y el gobierno estadounidense comienza a reconocer en público que no tiene un plan B alternativo al único que había imaginado.

La Cumbre 2024 de la OTAN que se celebrará en Wasington, D.C., del 9 al 11 de julio, coincidiendo con el 75 aniversario de su fundación, no tendrá el carácter victorioso que ese plan le atribuía para celebrar la derrota de Rusia y la adhesión de Ucrania a la organización.

La invitación de la Alianza a Zelensky para que asista a la misma no está ni tan siquiera garantizada en estos momentos.

Victoria Cruella de Vil Nuland, uno de los miembros de la banda de los cuatro del equipo Biden, fue cesada en el departamento de Estado el pasado 5 de marzo de 2024.

Nuland, en su ingreso (i) y a su cese (d) del departamento de Estado de EE. UU.

Nuland, descediente de ciudadanos de Besarabia -región de Europa oriental, cuya soberanía pasó sucesivamente, entre el siglo XV al XX, de Moldavia, al Imperio Otomano, a Rusia, a Rumanía, a la Unión Soviética, a Ucrania y a Moldavia-, de apellido Nudelman, había sido durante años la persona que marcaba la política exterior estadounidense sobre Ucrania.

Nuland fue partidaria decisiva en el apoyo que EE. UU. prestó al golpe de Estado que se dio en Kiev, entre 2013 y 2014, con la excusa de la revolución de la plaza del Maidán, y al gobierno prooccidental que salió de ésta.

Desde antes, incluso, Nuland mostró siempre su rusofobia profunda, apoyó las opciones más antirrusas de la política exterior estadounidense y favoreció sin límites la expansión de la OTAN hacia el este, hasta la frontera de la Federación de Rusia, desde la Cumbre 2008 en Bucarest, en la que la Alianza proclamó su voluntad de acoger a Ucrania y a Georgia.

Los que han trabajado con ella en el gobierno estadounidense la califican como una persona “ausente de escrúpulos morales”, “despiadada”, “enfocada a los objetivos y a los medios para conseguirlos” y “sin ningún interés en las perspectivas de largo plazo”.

El gobierno Biden, consciente de que su política hacia Rusia y hacia Ucrania no estaba funcionando, necesitaba una cabeza de turco a la que culpabilizar del fracaso del proyecto Ucrania y Nuland era el candidato perfecto, aunque haya sido más el asesino a sueldo que, el contratista de todo este proceso.

Calle de Belgrado, 24 de marzo de 2019, 20 años después del bombardeo de Yugoslavia por la OTAN, que comenzó el 24 de marzo de 1999 y del que se acaba de recordar su 25º aniversario.

El pensamiento de Nuland en favor de que EE. UU. extienda e imponga su llamado “orden mundial basado en reglas, que nadie sabe cuáles son, bien por medios pacíficos o bien a través de guerras -Iraq, Afganistán o Ucrania- es compartido entre las élites de la política exterior estadounidense.

Biden, Blinken, Sullivan o cualquiera de sus predecesores -Clinton, Bill, Bush hijo, Obama, Barack, o Clinton, Hillary- coinciden con Nuland en esta visión y en la ambición de obtener ganancias geopolíticas frente a Rusia, desde el tiempo en que EE. UU. acabó con el que se conocía como orden liberal internacional, al bombardear Yugoslavia, en 1999.

Los anteriores tienen, junto a Nuland, marcas de sus huellas dactilares en la política estadounidense de “hasta el último ucraniano” o “hasta el último céntimo de euro que EE. UU. ha venido desplegando en Europa desde 2022 y antes.

Nuland ha sido substituida en el departamento de Estado por un experto en Asia, Kurt Campbell, lo que, en sí mismo, es una señal de las ganas que tiene el gobierno Biden de amortizar sus pérdidas en Ucrania y poner el foco en China.

EE. UU. no tiene un plan B para Ucrania y tampoco lo empezó a preparar hace seis meses, cuando la supuesta contraofensiva ucraniana era un fracaso a la semana de ser lanzada.

Novorossiya 2024.

Ucrania debería sentarse a la mesa de su capitulación frente a Rusia cuanto antes, aunque es de temer que el momento óptimo para obtener el resultado más positivo de esa claudicación -verano de 2023, cuando el desastre de aquella contraofensiva era patente- ha pasado.

Ucrania está al borde del colapso y Rusia está ganando.

El gobierno de EE. UU. es consciente de que la victoria de Ucrania no es posible y ya sólo aspira a que se produzca un “acuerdo negociado viable, que dejara a Kiev sin los territorios que eran suyos antes de 2014.

No obstante, EE. UU. sabe también, aunque no quiera reconocerlo, que Ucrania ha perdido para siempre los territorios que se adhirieron a Rusia en 2022 y, seguramente, el resto de Novorossiya, si no, algunos más.

 

EconomíaEspañaMundoOtros temasUnión Europea

Tags

Jorge Cachinero el

Entradas más recientes