DAFO de Rusia en África

NB: Una versión distinta de este artículo fue publicada anteriormente en El Economista con un título distinto.

La Federación de Rusia no carga con un legado colonial en África.

Más bien al contrario, a Rusia se la recuerda en este continente por haber ayudado, durante las décadas pasadas, con la financiación de muchas de sus principales necesidades.

Muchos países africanos y Rusia tienen la ambición de actuar como socios estratégicos en el futuro y se están pergeñando los planes para construir ese desarrollo compartido.

La primera cumbre Rusia-África de 2019 se celebró bajó el llamado del “retorno a África”.

Rusia dio a África un trato, en aquella reunión, como si fuera un todo indistinguible y no dejó espacio para las pequeñas y para las medianas empresas (PYMEs) rusas porque, para Rusia, entonces, África estaba reservada para los grandes y los valientes.

Sin embargo, la cumbre Rusia-África de julio de 2023, llevada a cabo en San Petersburgo, tuvo lugar, en un contexto completamente distinto, tras las turbulencias generadas por la pandemia del COVID-19 y tras el comienzo de la Operación Militar Especial (OME) rusa en Ucrania.

Esta cumbre estuvo presidida por el concepto de “estamos moldeando el mundo” y Rusia ha reconocido que, en África, hay espacio para la inversión de PYMEs y de emprendedores.

Occidente sometió esta reunión a una gran presión para dificultar el acercamiento entre África y Rusia, a pesar de lo cual, 49 delegaciones, de los 55 países de la Unión Africana (UA), asistieron a la misma y 17 estuvieron encabezadas por sus jefes de Estado respectivos.

La competencia entre las grandes potencias sobre el continente africano crece, el contexto geopolítico incrementa la importancia de África y ésta ha adquirido sabiduría sobre cómo actuar en el mundo.

Siete son los instrumentos que las potencias globales y regionales han puesto en marcha para hacer valer su influencia sobre África, incluyendo las cumbres Rusia-África.

En 1993, se iniciaron los congresos internacionales de Tokio sobre el desarrollo en África, en 2000, se creó el Foro África-China de cooperación, se lanzaron las cumbres de líderes estadounidenses y africanos y se inauguraron las cumbres Unión Europea (UE)-UA, en 2008, se impulsaron las cumbres Foro India-África y, en 2014, se aprobó el primer plan de las cumbres de asociación entre Turquía y África.

África es un territorio altamente competitivo que exige esfuerzos sostenidos, si se quiere obtener retornos aceptables, ya que, en África, no hay espacio para los atajos.

El valor del comercio entre la UE y África, durante 2022, fue $100 millardos superior al del año anterior y alcanzó los $412 millardos, de entre los cuales, Francia e Italia superaron, cada uno, la cifra de los $70 millardos.

El importe del tráfico comercial entre China y África, en 2022, fue de $212 millardos y el de entre Estados Unidos (EE. UU.) y los países del continente africano, superó los $68 millardos.

Rusia logró, en 2022, un intercambio comercial con África por valor de $18 millardos, gracias a proyectos como la construcción de una mina de bauxita en Guinea, como la edificación de la primera central nuclear en Egipto o como otros de extracción de gas y de petróleo.

Todos ellos se han ejecutado gracias a la implicación en África de los grandes conglomerados rusos, entre los que destacan Alrosa, Gazprom Neft, Lukoil, Rosatom, Rosneft o Rusgidro.

La inversión directa extranjera (IDE) de Rusia en África es menos del 1% del total de la que llega al continente -que, en 2022, superó los $83 millardos-, mientras que, por otra parte, los inversores europeos son los mayores tenedores de activos extranjeros en África, encabezados por el Reino Unido, por valor de $65 millardos, y Francia, por valor de $60 millardos.

Los retos para Rusia en África son enormes.

No obstante, el clima en Rusia y en África es de optimismo porque existe el convencimiento compartido de que hay un futuro prometedor de relaciones económicas para todos.

La transformación y la mejora de la economía rusa desde 2014 han facilitado a Rusia estar en condiciones de ofrecer ideas y proyectos de valor añadido para muchos países africanos, más allá del marco tradicional de unas relaciones centradas en la venta y en la compra de bienes.

Al corregir la ausencia de planificación en su implicación en África, Rusia está promoviendo proyectos muy demandados por muchos países africanos en infraestructuras -ferrocarriles y carreteras a lo largo de las líneas de costa-, energía, salud o tecnologías espaciales.

Asimismo, especialmente, para los países del norte, Rusia sigue siendo el gran exportador de grano y de fertilizantes hacia dicho continente, a cuyos países más pobres, como Burkina Faso, Eritrea, Somalia o Zimbabue, les está donando entre 25.000 y 50.000 Tm. de grano.

Por otra parte, desde hace décadas, la educación y el entrenamiento de generaciones de africanos en instituciones de educación superior y universidades rusas se han convertido en una herramienta de diplomacia pública valiosa para Rusia en África.

En 2023, hay 40.000 ciudadanos de países africanos siguiendo cursos superiores universitarios en Rusia, la mayoría de los cuales son becados por su anfitrión.

Los fundamentos para establecer relaciones de ganador-ganador existen y Rusia puede convertirse en una asistencia crítica para que África desarrolle sus propias capacidades productivas y manufactureras.

Para ello, los países africanos deberán controlar las turbulencias de sus procesos políticos internos, gestionar su ciclo económico y hacer descender el desempleo en sus economías.

Los problemas de África, entre ellos, el del terrorismo yihadista, exigen soluciones africanas.

África es, en estos momentos, una prioridad política para Rusia y, para abordarla, ésta quiere construir una relación estratégica con los países de ese continente.

Con 1.6 millardos de habitantes, el segundo continente más poblado del mundo, en la actualidad, África alcanzará los 2.5 millardos de ciudadanos en 2050.