Perdón por la pobre calidad del documento gráfico. Me lo mandaron hoy por whatsapp y no pude evitar recogerlo aquí. Es una foto para que la conviertan en cera: El Momento Político. Líder de izquierdas ofrece diálogo a encargado de formar gobierno impertérrito.
El genio del fotógrafo (que no sé quién es, y le pido perdón) capta el momento exacto en el que Pablo Iglesias le está dando a Pedro Sánchez una soberana chapa que le resbala. No se molesta en ocultarlo. Sánchez, con apenas un gesto (¡ya no tiene ni que hablar! ¡Es como un Emperador en funciones!) deja a Pablo Iglesias convertido en un mete tubos de campeonato, errejonizado (¡tal para cual!), devuelto a la arena de lo deliberativo y asambleario.
El turre debía de estar siendo menudo y Pedro Sánchez pone una cara de circunstancias mientras Pablo Iglesias, licenciado, premio extraordinario, doctor y dueño de Másteres, se explaya con manos argumentativas.
-Pedro, en esta circunstancia no se nos puede pedir que…
Iglesias le mete el tubo que le mete a los votantes con esa cara de yo lo intento, yo hago lo que puedo, yo soy bueno, todo esto se me está ocurriendo ahora, pensamientos frescos, persuasivos pero puros, ¡recién ordeñados de mi voluntad de diálogo! ¿Se hablan los políticos entre sí como a sus votantes? ¿Hay derecho a que lo hagan? ¿Se castigan hasta ese punto?
Pedro Sánchez parece a punto de guiñar el ojo a lo Millán Salcedo, pero adopta un aire institucional (cruce de manos), un poco mártir incluso, un poco penitencial (¡Qué cruz!) y se somete pasivamente a los fotógrafos y a la chapa inmisericorde. Pero en sus ojos, si nos fijamos un poco, vemos que asoma el umbral de la alienación y la pena de sí mismo y luego, en el fondo, esa posibilidad líquida de ira que hay siempre en el blanco del ojo de Pedro Sánchez.
Su cara es la cara de Steve Martin sufriendo a John Candy en “Mejor solo que mal acompañado”. La mirada de alguien obligado a aguantar a un compañero de viaje indeseado.