The Economist sitúa a España como país con mayor igualdad en el Parlamento. Es un indicador bastante discutible, pero ni siquiera merece la pena entrar en ello.
Lo curioso del asunto es ver las fascinación que estas cosas causan en España. “España, país a la cabeza del mundo en…”. “España adelanta a los países nórdicos con…”.
Es un país del que se ha apoderado la pasión social de ser el más moderno, el más avanzado, signifique lo que signifique.
España es como aquella cuenta de Twitter, Moderna de Pueblo. Es Marimoderna. Es una intensa de Malasaña siguiendo al último grupo que nadie ha escuchado, el último restaurante ignoto, la moda absurda que aún se están pensando en Nueva York. Una frenética o frenético del postureo que solo hace cosas que ya fueran raras en Berlín.
Si hubiera un festival de países, España querría acudir siendo Bjork. Ella hizo electrónica antes que nadie. Ella lo hizo todo antes. Nació moderna en medio del hielo.
Pero una cosa fue la modernidad y otra es la modernez. España lidera la modernez. Con estos indicadores, copará todas las listas de lo más “in” y lo más “a la page”, pero todos conocemos el fondo que tienen estas cosas.
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